Azores. Moinho Lajes do Pico. Revista Viajeros
Textos y fotos Juan G. Zaballos
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PICO. La Mágica Isla Montaña de Azores.

Antiguas leyendas relatan que las islas Azores son la parte emergida de la Atlántida. Así, la montaña volcán de la isla de Pico sería el techo del continente perdido. Desde su cumbre se admira la belleza de la isla y las aguas que la rodean. Ballenas, paisajes de vegetación prehistórica de increíbles colores alimentan el alma del viajero y el excelente vino autóctono y una rica gastronomía hacen lo propio en la Isla de Pico. Un lugar en mitad del océano atlántico que atrae y atrapa con fuerza a quienes lo visitan.

¿Sabes ese lugar al que llegas y sientes que le perteneces? Allí es.

Con cuatro o cinco días por delante y después de dejar atrás Sao Miguel, el viaje a Ilha do Pico se ofrecía como una incógnita. Tras haber disfrutado en la bulliciosa Sao Miguel tan completa en paisajes, pueblos y planes para hacer, me parecía que lo más emocionante de aquel viaje a Azores había ya sucedido.     

A esas alturas de las esperadas vacaciones de octubre las sensaciones no eran la tranquilidad y la lejanía mental que había imaginado. Algún breve letargo de paz en las Caldeiras de Sete Cidades y las piscinas termales de Furnas si me habían alejado de la realidad diaria. Pero aún estaba lejos de los momentos de alejamiento que, sin duda, las islas prometían.

Llegando en avión la silueta de la montaña en Isla de Pico atraía toda mi atención. La isla surgía del mar con ese cono volcánico destacando orgulloso. El océano abraza a Pico y cuenta en sus aguas historias de batallas navales a cañonazos, de abordajes y de la fiera caza de las ballenas.

“Ilha do Pico” es magia por toda la isla, en todos sus suelos y en todo su cielo. Todo en ella reverencia como fiel devoto a la montaña, el volcán do Pico, que domina el paisaje y te vigila estés donde estés. Y no puedes quitar la vista de ella.

La adoración a la montaña comienza antes de poner pie en tierra, porque desde el avión el Piquinho (el cono que corona la montaña) rasga las nubes que se congregan en sus laderas tratando de ocultarla. Esa visión ya hace sonreír y sabes que llegas a un lugar especial. El primer regalo es la revuelta de colores azules del cielo y el mar, blanco y grises de las nubes y verde y negro del precioso e impresionante cráter.

 

Azores. Vistas desde la Montaña do Pico. RevistaViajeros

En pocas horas seremos una de esas manchas de color que motea la ladera de la montaña negra y verde a brochazos.

la reina de las alturas de todo portugal

El volcán de Pico impresiona desde lejos y no pierde un ápice de interés cuando te acercas y llegas a sus faldas. Subir a su cima de 2.351 metros es un buen aliciente para las personas con la requerida forma física y que lleven el material adecuado. De ello te harán consciente en la “Casa de la Montanha”, centro de interpretación del parque donde comienza la ruta de ascensión. Se comienza desde allí, a 1200 metros.

Para subir hay que reservar el día y la hora y pagar una tasa que se invierte en el cuidado de este entorno natural tan especial. Se puede hacer la ascensión por tus propios medios o contratar un guía local y unirte a algún grupo si lo quieres hacer acompañado. En todos los casos te entregan un GPS por seguridad que además de posicionarte te permite comunicarte en caso de necesidad.

Son unas cinco o seis horas las que se invierten en subir y bajar dando tiempo a recrearte en las vistas. El espectáculo está asegurado. El azul del cielo potenciado por del mar o viceversa, las nubes blancas y grises, el verde y amarillo de la vegetación y el negro de las sinuosas coladas de lava, hacen de la ruta un carrusel para la vista.

Las laderas son pronunciadas hasta llegar a la caldera del cráter ya aplanada y donde espera el último esfuerzo en forma del cono del Pico pequeño o Piquinho. Coronado, ya habremos hecho cumbre. Queda entonces recrearse en el disfrute de la espectacular vista del océano con las cercanas islas de Sao Jorge y Faial e incluso, en días despejados, las de Terceira y Graciosa. El viento suele ser fuerte y completar con el sonido de sus ráfagas un momento especial sin duda.

La ascensión puede ser diurna o nocturna e incluso se puede dormir en la cima. Todo ello buscando un atardecer o un amanecer que se quede para siempre en el recuerdo. Sin duda, así será. Imagina los colores de nubes, mar, montaña y cielo despejado en los tonos naranjas con los que tinta el sol al crepúsculo y al alba y prepárate para que se supere lo imaginado. La montaña es un volcán activo y se puede sentir el calor que emana de las fumarolas del cráter. Ahora si sentía la tranquilidad y la sensación de estar alejado de cualquier tipo de nerviosismo, estrés o agitación. La montaña me lo estaba regalando.

Azores. Corrais de Pico. RevistaViajeros
VINHO DO PICO.

La última erupción del volcán fue en el S. XVIII, en 1718. Sobre el suelo que arrasó el volcán y fecundó con minerales, los picoenses o picarotos consiguieron siglos después hacer crecer las vides con las que levantaron un próspero y pujante negocio de producción de vinos muy especiales. Cultivar la vid en suelo basáltico volcánico en laderas azotadas por los vientos es una quimera que los habitantes de Pico hicieron realidad inventando un sistema único de cultivo. “Os corrais” son un laberinto de muros de piedra levantados para detener al viento y proteger las vides, pero no tanto altos como impedir para que el sol mime a las plantas manteniendolas en una templada temperatura. La estampa laberíntica de piedra negra y áspera de “os corrais” o corraletas es tan peculiar y hermosa que la UNESCO declaró Patrimonio de la Humanidad en 2004 al paisaje de Viñas de la isla de Pico distinguiendo con ello también al arte de cultivo.

Muchas bodegas ofrecen visitas por sus viñedos y explican como el calor que retienen las piedras, la riqueza del suelo volcánico y el microclima cálido de la zona consiguen el milagro de la maduración de la uva Verdelho, que reina entre las cepas que se cultivan en Pico.

Hoy los enólogos de Pico, formados en el continente en las diferentes técnicas de elaborar vino, están combinando la uva autóctona y los viejos saberes con la ultimas tendencias y otras variedades de uva importadas. Novedosos vinos de Pico se elaboran para ofrecer una gama completa de blancos, tintos y rosados de muy buena calidad y de sabores únicos.

En el Museu do Vinho do Pico (Museo del Vino de la Isla do Pico) el viajero curioso podrá descubrir las historias del vino, de su elaboración, de las fiestas de la vendimia, de las rivalidades con Faial por arrogarse la fama del vino que en realidad era de Pico y de la relación de todo esto con los zares de Rusia y los emperadores de Brasil. Y mucho más para descubrir.

En el antiguo monasterio carmelita que lo alberga un bosque de dragos rodea los remozados edificios y lagares y la impresionante silueta de un drago de 400 años te da bienvenida.

Conviene degustar con el vino un poco de queso, “Queijo do Pico”. Este queso curado de leche de vacas que pastan libremente está protegido por una denominación de origen y es sabroso y buen complemento para los vinos.

Sentado en una bodega es natural conversar con los bodegueros y disfrutar de sus relatos de vinos y fiestas.

LAS “BALEIAS”.

Históricamente, la vida en Pico era dura. La superficie de cultivo no era tanta como para que el alimento sobrara y el aislamiento de las Azores no ayudaba a la prosperidad. La pesca era otro medio de subsistencia que complementaba la dieta y aportaba dinero.

Las aguas del Atlántico son poderosas y ponen a prueba el coraje de los marineros y más aun de los pescadores de Pico que tenían a las ballenas como sus presas ya en el inicio del siglo XIX. Toda una industria de aprovechamiento de los enormes cetáceos se instaló en Pico y en otras islas del archipiélago porque sus habitantes fueron unos maestros en la caza de la ballena.

Hombres que se dedicaban a los cultivos lo dejaban todo para salir a la caza de los cachalotes cuando el vigía daba la señal de aviso que se oía en toda la zona. Subidos en embarcaciones ligeras pero fuertes, en grupos de amigos o familiares, echaban esas chalupas balleneras al mar y armados con arpones que lanzaban y mucho valor cazaban a esos gigantes reyes del océano.

Las escenas de Moby Dyck relatan bien lo que es esta técnica de pesca. Cada hombre con una función, un jefe, varios marineros, luchaban y cazaban con arpón al animal y lo arrastraban a tierra donde todo él era aprovechado. Se producían aceites con su grasa, fertilizantes con sus huesos o el rarísimo tesoro del ámbar gris para cosméticos y perfumes. Se levantaron factorías y el aceite de ballena de Pico fue el combustible de las farolas de los animosos y concurridos bulevares de las capitales europeas al inicio del siglo XX.

El negocio evoluciono con los años y perdió pujanza. Finalmente, la caza de la ballena se prohibió en 1982 y las factorías cerraron y se abandonaron...

 Los “baleeiros” dejaron de salir con las chalupas y las historias de los viejos y los recuerdos en las casas fueron lo único que quedó de aquellos tiempos.

Pero desde finales de los 90 el patrimonio ballenero ha sido restaurado. Las naves de las antiguas fábricas se visitan ahora como la que encontramos en Sao Jorge do Pico y muestra bien lo que fue la pujanza de una industria que aportaba el medio de vida a la mayoría de los isleños.

El museo de los Baleeiros en Lajes do Pico relata lo que fue aquella relación violenta entre el hombre y la ballena. Barcas, arpones y todo tipo de objetos que los artesanos sacaban de los huesos de las ballenas abatidas, ayudan a comprender la importancia de estos gigantes para la economía y la vida diaria de los habitantes de la isla.

Las ballenas siguen surcando el mar cerca de Pico en sus rutas por el océano. Ahora ya sin los mortales ataques acuden y han vuelto a verse en gran número. Así, la tradición ballenera de los picoenses sigue viva y siguen saliendo al encuentro de las ballenas ahora para disparar con cámaras de fotos y admirar los movimientos de los gigantes. Muchas pequeñas empresas ofrecen el de avistamiento de ballenas desde lanchas o pequeños barcos. Una dosis de aventura ir al encuentro de los inmensos y magníficos animales y estar cerca de ellos mientras nadan tranquilos. Hasta 28 especies de ballenas y delfines pueden ser vistos en estas aguas. Ballenas azules, cachalotes, delfines de Risso y con suerte alguna minke y jorobada. El buceo o la posibilidad de nadar entre delfines es otra de las aventuras que Pico reserva a los más osados.

También las antiguas barcas se desempolvan en animadas fiestas locales de los municipios de Pico para celebrar regatas y rendir homenaje a quienes las gobernaron hace décadas.

VIVIR EN PICO

En la isla de Pico no hay grandes núcleos urbanos. Los habitantes de PICO no viven apiñados en grandes pueblos o ciudades. A penas viven 15.000 habitantes fuera de la temporada turística dispersos en localidades pequeñas y en un moteado de casas lo suficientemente distantes como para sentirte único en tu especial hogar y parcela y cercanas a las siguientes como para no estar aislado. Disfrutan sus habitantes de ese antiguo y casi perdido privilegio de ser visitados o visitar a vecinos con la sola intención de verse y charlar. Además, la distancia entre casas y pueblos hace de cada encuentro casual un momento festivo y especial. Sabores de las zonas menos habitadas que se paladean especialmente por los que vivimos en zonas muy pobladas.

Sus principales municipios son pueblos de apenas 6000 habitantes el más poblado. Madalena, Sao Jorge do Pico y Lajes do Pico son los nombres de los tres más poblados. Los tres tienen en su entorno y a su cargo un buen número de “freguesías” o núcleos más pequeños que te irás encontrando en tu recorrido. Pueblecitos pequeños en lugares muy bien elegidos y muy mimados por sus gentes. A pesar de luchar contra el viento y el mar los edificios se muestran como recién remozados. La piedra volcanica de los muros ofrece una consistencia duradera a pesar de su imagen antigua, arrugada y cubierta de liquen.

El pasar del tiempo se deja sentir más lento y la prisa no tiene cabida. Se dedica el tiempo necesario a lo que haces, bien sea conversar con el vecino, transitar hasta donde quieres ir o caminar por las sendas.

Madalena, en el oeste, es el municipio mas poblado y el que ejerce de capital. Su puerto está siempre animado por la llegada y partida de barcos hacia otras islas, los barcos de pescadores y las lanchas de empresas de avistamiento de ballenas. Su plaza principal en el centro histórico la domina la iglesia blanca de Santa Maria Madalena.

Lajes do Pico, al sureste, es una localidad preciosa y una de las que primero se pobló. Muy importante en la época más activa de la caza de la ballena conserva patrimonios desde el S.XVI hasta S. XVIII que le dan a su casco urbano un encanto peculiar. El paseo por sus calles es hermoso y sentirse llevado a otros tiempos más remotos y auténticos está asegurado.

Sao Roque, en el norte, completa el trio con su puerto pesquero, su antigua factoría ballenera hoy convertida en museo y rodeada de viñedos en sus laderas.

Por toda la costa encontramos casas aisladas o en pequeños grupos con fachada de piedra volcánica y colores vivos que son alojamientos turísticos. Se llaman “adegas” y son la principal opción para alojarse. Algunas son de reciente construcción y otro buen número han sido antes y durante siglos hogares de familias de pico que emigraron en barcos hacia Estados Unidos y Canadá especialmente buscando una subsistencia que se hacía imposible en su adorada isla, pero poco desarrollada durante décadas. En los últimos años el desarrollo turístico de la isla y su mejor conexión con el mundo han hecho posible que esas viviendas se restauren y cobren nueva vida como alojamientos turísticos.

Pensarás que cuando llegan turistas y el número de personas en la isla es muy superior, se romperá el equilibrio y el encanto. Pero no es así. Aunque muchas viviendas son ahora alojamientos turísticos, la capacidad hotelera es aún baja y ningún lugar está aún colapsado. Los apartamentos están muy bien acondicionados y situados en lugares con vistas al mar o a montaña espectaculares.

Cada año llega más turismo. Pico está de moda. Para la bueno y para lo malo. Sin embargo, Pico fue premiada en 2012 por su vinculación con el turismo sostenible y sus habitantes quieren conservar el especial ambiente que se respira en la isla.

POR TODA LA ISLA.

En los recorridos por la isla hay que incluir las lagunas o “Lagoas”, de Capitão y de Caiado, y detenerse en los numerosos miradores que encuentras por la costa. Como el mirador de Terra Alta, en la carretera que rodea la isla por el norte y desde donde podemos observar la isla de São Jorge y un completo paisaje de la riqueza forestal de Pico. La Reserva Forestal de Prainha que cubre esta zona es solo una muestra.

A lo largo de la costa, casi en cada pueblo, las piscinas naturales ofrecen un placentero refresco y una experiencia interesante. El mar ruge y amaga con saltar al lado de las zonas de baño detenido por las formaciones de lava que hacen posible un baño seguro y en aguas más calientes que las del muy próximo mar abierto. Entre 16 y 24 grados, el baño en aguas del atlántico aporta una sensación de placer recomendable siempre.

Las islas tienen una relación especial con los vientos. Aquí son los vientos de la corriente cálida del Golfo y la humedad los encargados de aportar las nubes y el agua que siembran de verde las laderas. Viejos compañeros del viento son los molinos, “moinhos” en portugués. Los que están en pie en Pico están restaurados y aportan un punto peculiar al paisaje con sus coloridos tejados rojos y sus brazos anchos de inspiración holandesa. Pintados de intenso color rojo le dan al paisaje vida y son un imán para los fotógrafos, que hoy en día y armados de smartphones, es como decir todo el mundo.

Al oeste de Pico, vecina, rival en ocasiones, se recorta la silueta de Fajal. Y al Norte se alarga la forma de la isla de Sao Jorge, paralela y estrecha. Forman con Pico el mágico triangulo de Azores. Los atardeceres en Pico están acompañados por estas dos compañeras. El final de día debe ser mirando hacia poniente y puede que con una copa de vino de Pico en la mano.

Azores. Piscinas Naturales da Barca en Madalena. RevistaViajeros

Tras cinco días en Pico, parte de mi quería vivir allí para siempre. Cada día se llena con un descubrimiento y con nuevos planes que no quieres dejar de hacer. Otra bodega, otra ruta, otro pueblo con su pequeña ermita de blanca luminosa y negra de piedra, otro bosque, otro atardecer mirando a Fajal, tal vez una salida en barco para encontrar ballenas.

Verdaderamente algo mágico sucede al poner el pie en Ilha do Pico.

Guia práctica

Direcciones de interés

Texto y fotos: Editorial Viajeros

Carga las baterías que nos vamos a explorar las mágicas Islas Azores cámara en mano. Entre cuevas, pasteles de arroz, faros, delfines y bosques misteriosos daremos rienda suelta a una de nuestras aficiones preferidas: la fotografía.

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