Textos y fotos Pepa García y Oscar Checa
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IRLANDA. Ruta en coche por la costa de Donegal

Nos ponemos al volante para recorrer parte de la Wild Atlantic Way en busca de lugares remotos. Estamos en Donegal, el condado más al norte y más al oeste de Irlanda. Es uno de los lugares más auténticos de este país: agreste, rural, salvaje… y, decididamente encantador.

 

Así es la feroz belleza de la parte noroccidental de la antigua Éirinn.
 

Dúlamán na binne buí, dúlamán Gaelach / Dúlamán na farraige, 's é b'fhearr a bhí in Éirinn… Esto es gaélico, irlandés, y es lo que está sonando en la radio mientras conducimos camino de Slieve League. Estamos en Donegal, el condado más al norte y más al oeste de Irlanda. Es uno de los lugares más auténticos de este país: agreste, rural, salvaje… y, decididamente encantador y perfecto para nuestro propósito de realizar una ruta en coche en busca de paisajes asombrosos.

Hemos conducido desde Dublín (sí, circulando por la izquierda y con un coche que lleva el volante a la derecha) hasta Donegal Town y desde aquí vamos a comenzar nuestro recorrido por la costa, hacia el norte, siguiendo el trazado de la Wild Atlantic Way, un itinerario de 2.500 kilómetros que recorre todo el litoral occidental de Irlanda, desde Malin Head al norte, en el condado de Donegal, hasta Kinsale, al sur, en el condado de Cork. Nosotros nos vamos a centrar en el tramo de Donegal. Por cierto, la canción que suena en la radio es del grupo Altan y se trata de un tema tradicional que habla, precisamente, de la costa y de la gente que recogía algas. Muy apropiado para nuestro viaje…


 

Los acantilados de Slieve League

Pero Slieve League no es zona de bajíos para recoger algas, sino todo lo contrario: son unos de los acantilados más altos de Europa, con sus 601 metros. Y también unos de los más espectaculares: escarpados, con cascadas de agua que forman arcoíris cuando el viento sopla, sinuosos y repletos de colores por los diferentes tonos de las rocas, los líquenes y las plantas que, como los brezos, crecen hasta el borde del precipicio. Y, aún con todo eso, no son muchos los visitantes que se dejan caer por aquí, por lo que sigue siendo un lugar salvaje. Los más aventureros de los que vienen se atreven a recorrer el sendero trazado por las crestas de estas montañas que eran consideradas sagradas en épocas remotas. Y decimos que se atreven porque algunos tramos, como el One man's path (que, como su nombre indica, solo permite el paso de una persona dada su estrechez) son de todo menos aptos para quien sufra de vértigo o acrofobia. Eso sí, las vistas, no nos cansamos de decirlo, son grandiosas.

 

Las tradiciones del condado de Donegal

El itinerario marcado por la Wild Atlantic Way permite además contemplar la fuerza del mar, del big Atlantic como le suelen llamar por aquí y por las tierras de Escocia, donde el océano muestra todo su poder. Cuando llegamos a Glencolmcille, en el extremo más occidental de Donegal, las olas rompen con furia contra las rocas salientes de la costa. Margaret se emociona con cada golpe, a pesar de haber visto este espectáculo miles y miles de veces. Es una de las responsables del Glen Folk Village, un conjunto de varios cottages (casas de campo) en los que se recrea el modo de vida tradicional rural irlandés (y sobre todo de Donegal). Cada una de estas casitas reproduce la manera en que se vivía desde el siglo XVIII hasta el XX, por lo que podemos ir viendo la evolución en la arquitectura, en los usos, en las costumbres y en los quehaceres del día a día. Una de estas casas también refleja cómo era el modo de vida de los marineros; otra es el bar, que albergaba también la tienda; otra la escuela… y todas están tan bien recreadas que parece que en cualquier momento van a salir sus moradores por algún rincón. El mantenimiento de la cultura irlandesa se lleva a cabo también en Oideas Gael, una escuela para tal propósito que hay en el pueblo.



También se da clase de lengua irlandesa porque, recordad, que toda esta zona que estamos recorriendo es zona Gaeltacht, es decir, territorio donde el gaélico sigue predominando frente al inglés, que, por muy moderno, útil y universal que sea, aquí llegó como lengua “colonizadora”. En realidad el gaélico es hoy la lengua oficial del país (incluso por delante del inglés, que también tiene esa categoría) y, aunque se estudia en la escuela, la mayoría de los irlandeses se expresa en el idioma de Shakespeare. Así que, si se te ocurre preguntar An bhfuil Gaeilge agat? (¿Hablas gaélico?), probablemente pocos te entiendan, aunque por aquí, por Donegal, la antigua lengua sí sigue presente. ¡De hecho, casi todos los letreros, nombres de calles y hasta las señales de tráfico están escritos en gaélico! Pero no te preocupes que también te hablarán en inglés. Claro que si quieres tirarte el pisto y hacer un guiño a la cultura local puedes aprender algunas expresiones (muy útiles) como: Dia duit (buenos días) y Pionta, led thoil (una pinta, por favor). La última te servirá en los pubs, evidentemente, que son el lugar de reunión social de los irlandeses. En Ardara, un pueblo al que llegamos desde Glencolmcille tras atravesar (y pararnos varias veces en los miradores que hay junto a la carretera) el espectacular puerto de montaña Glengesh Pass, encontrarás uno bastante reputado, el Nancy’s Bar, regentado por la misma familia desde hace siete generaciones. Pero entre los más conocidos de Donegal está Leo’s Tavern, en el pequeño pueblo de Meenaleck.

En cuanto entres y veas la decoración que tienen sus paredes descubrirás por qué: ¡exacto! es el pub de la familia de Enya. Sus tíos y hermanos son los componentes del grupo Clannad, donde empezó también ella. Todos los hermanos de Enya cantan o tocan algún instrumento… bueno, todos menos Bartley, a quien encontramos aquí. Cuenta con mordacidad que un día subió a cantar al escenario del pub y que, después del lance, todos acordaron que… mejor él se encargaría de la gestión del pub… ‘you know?... y así lo hace desde entonces, con muy buena mano.


 

 

Ovejas y Madonna

La última etapa de nuestro recorrido por la Wild Atlantic Way en busca de vistosos escenarios nos ha traído hasta Dunfanaghy, un pueblo junto a una extensa bahía que, con la marea baja, deja ver un fabuloso panorama de arenas doradas y brillantes. Los alrededores de este pueblo están llenos de referencias arqueológicas relacionadas con el folklore y la mitología. Eso unido a la belleza del paisaje hace de éste un lugar fascinante. Solo es necesario subir hasta el promontorio rocoso de Horn Head, con sus torres vigías junto a los acantilados, sus vistas y sus capas de turberas donde crece la hierba, para darse cuenta de ello. El amanecer es un momento espectacular aquí (y más si coincide con alguna nube que viene cargada de agua, como nos ha pasado a nosotros). Hemos encendido la radio del coche en busca de música irlandesa pero solo logramos sintonizar una emisora en la que es Madonna la que canta. Aparecen unas ovejas al girar en una curva. Paramos el coche y abrimos la ventanilla para fotografiarlas. Y, al oír la música, vienen hacia nosotros y se ponen en fila ¡perfectas para nuestras cámaras! Evidentemente, a las ovejas les importa poco Madonna pero son muy curiosas o tal vez piensen que somos los pastores, vete tú a saber. El caso es que –click, click, click– quedan inmortalizadas antes de que pierdan el interés por nosotros y por la chica del rebel heart.

Seguimos rumbo al norte y nos adentramos en la península de Rosguill. Los doce kilómetros de carretera que la circundan se conocen como Atlantic Drive y es uno de los itinerarios más alucinantes y estimulantes para los sentidos de todos los que hemos visto. Desde luego nadie espera encontrarse aquí playas enormes de arena dorada entre montañas verdes, un mar donde todos los tonos de azul se dan cita (incluido el turquesa) y rincones por el estilo. Pero ahí están. Cada recodo del camino nos pone frente a un paisaje asombroso y, a riesgo de bloquear la carretera, no queda otra que tirar del freno y bajar a disfrutar de todo ello, mientras el viento nos baña de fresco perfume salino.



Desde luego este es un itinerario perfecto para hacerlo a pie, pero eso será en otro momento. Ahora continuamos hacia el Fanad Head, en la península de Fanad, por aquello de terminar el viaje junto a un faro. Pero, mira tú por dónde, resulta que el Fanad Lighthouse es privado y tiene un acceso restringido, por lo que no podemos llegar hasta el mismo edificio. Pintado de blanco y con la imagen bucólica y aventurera que transmiten estas construcciones, lleva en pie desde 1818. Se construyó tras el hundimiento del barco Saldana en un lugar cercano, y dicen que todos los tripulantes perdieron la vida salvo un loro, cuyo collar de plata con el nombre del barco inscrito en él sirvió para identificar al malogrado navío. En fin, hasta aquí hemos llegado. Conduciremos de vuelta a nuestro hotel y nos beberemos una pinta de cerveza en el pub mientras rememoramos las andanzas de este viaje (que es una de las cosas más sabrosas de cualquier escapada). Por cierto: otra palabra en gaélico muy socorrida, que sirve para brindar. Nosotros lo hacemos por Irlanda, Donegal y la Wild Atlanctic Way. Sláinte!
 

MÁS INFORMACIÓN

• Turismo de Irlanda. www.turismodeirlanda.com
• Wild Atlantic Way. www.wildatlanticway.com

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Texto y fotos: Editorial Viajeros

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