Es un escenario perfecto para el turismo de sol y playa, sí, pero la riqueza y diversidad de sus paisajes, flora y fauna, lo hacen igualmente atractivo como destino de naturaleza. Tanto si viajamos en avión desde la Ciudad de Panamá como si se opta por la vía terrestre, yendo hasta Almirante y desde allí, en barco hasta Isla Colón (la capital provincial), la sensación de que serán días de intensa aventura está presente desde el primer momento. Con excursiones de un día, a bordo de los taxis acuáticos que se pueden reservar desde los alojamientos o desde un centro de buceo, podemos navegar para ver delfines en su entorno natural; visitar el Parque Nacional Marino de Cayo Zapatilla, que cuenta con un extenso arrecife de coral, casi virgen, perfecto para actividades de submarinismo; navegar hasta Isla Pájaros, refugio natural de gaviotas, fragatas, loros y distintas aves migratorias, o adentrarnos en densos bosques tropicales para hacer senderismo y observar aves y otras especies animales endémicas como la rana roja o el oso perezoso.
Si quieres más adrenalina, en Playa Bluf te espera el oleaje perfecto para practicar surf, aunque también es un lugar escogido por las tortugas marinas para el desove, entre los meses de abril y junio. Debe ser un entorno paradisíaco para ellas, claro. Desde el punto de vista humano, ese “paraíso” estaría en Red Frog, una playa de aguas transparentes y poco profundas, grandes extensiones de fina arena y la posibilidad de alojarse en cabañas rústicas o en villas (para gustos más refinados). La gastronomía también es rica y diversa. Encontrarás muchos platos a base de pescado y marisco en los distintos puntos de las islas. En Isla Colón, la oferta se amplía con estilos bien diversos y pensados para todos los bolsillos y preferencias.
Las cabañas sobre las aguas transparentes de Punta Caracol transportan al visitante a un entorno paradisíaco.