En la vida existen momentos que te marcan y mi viaje a Perú fue uno de ellos. Me embarqué en la aventura con un grupo de amigos y estoy deseando repetir la experiencia. Consistió en un circuito diseñado por agencias locales que empezaba en Lima y recorría después el conocido como Perú Inca.
FEZ (MARRUECOS)
En nuestro último viaje nos fuimos hasta Fez, antigua ciudad imperial de Marruecos. Situada en el centro del país, en una llanura entre la cordillera del Atlas y el mar Mediterráneo, se extiende esta vetusta ciudad. Sus ciudadanos viven como hace más de mil años, resulta espectacular la atmósfera que se respira en el interior de las tortuosas callejuelas de su medina.
Una ciudad mágica
La urbe, habitada por un millón de personas, está formada por dos antiguas medinas (Fez el-Bali y Fez el-Jdid) y por la ciudad nueva. Esta última, fundada por los franceses a principios del siglo XX –después de la I Guerra Mundial–, fue planificada con grandes bulevares y avenidas.
El centro neurálgico de la ciudad es la puerta de Bab Boujeloud. Es el principal acceso de entrada a Fez el-Bali y el punto de encuentro de autóctonos y turistas, gatos y comerciantes. Cruzar esa magnífica puerta es hacer un viaje en el tiempo, retroceder hasta el siglo IX. Allí, en algunos de sus múltiples locales se podrá degustar la riquísima gastronomía marroquí. Del cuscús a las tayines, y de las crepes marroquíes (msemen) a las pastas, y todo siempre amenizado por el whisky bereber: el auténtico y delicioso té verde a la menta. Otros puntos importantes dentro de la antigua medina son la Gran Mezquita al-Qarawiyín y la madraza Bu Inanía, dos lugares sagrados y de difícil acceso para los no musulmanes.
Las Tenerías
Sin embargo, el icono turístico más fotografiado de Fez no es otro que las tenerías, donde se tiñen las pieles que luego servirán para hacer ropa, zapatos u otros utensilios. Aún existen tres dentro de la ciudad, pero las más importantes y famosas son las de Chouaras Tanneries. Para llegar hasta allí, previamente se tiene que investigar dónde están o si no, aventurarse dentro de la medina y preguntar por ellas: seguro que alguien te acompañará. Una de las formas más fáciles para admirar ese paisaje multicolor es a través de algunas tiendas de pieles, que en los pisos superiores tienen vistas a las tenerías. Además, te explican su funcionamiento, siempre acompañado de un ramito de menta para hacer más soportable el fuerte hedor que sale de las picas, proveniente de las pieles frescas de animal puestas a macerar en orín y estiércol para dejarlas suaves.
La segunda medina
La segunda medina se llama Fez el-Jdid, que es de origen judío y posterior en el tiempo, fundada en el siglo XIII, y donde destacan las casas con balcones de madera. En general, no es tan deslumbrante como la anterior, pero se intuye en los edificios su esplendoroso pasado judío. Entre ésta y la ciudad nueva se encuentra el majestuoso Palacio Real, donde pasa sus vacaciones el rey de Marruecos.
Para el alojamiento es muy recomendable hospedarse en un riad, antiguos palacios que se han transformado en pequeños hoteles. Habitualmente tienen un patio interior abovedado en el centro del edificio y en las azoteas se puede disfrutar de las vistas de la ciudad y de los cantares de los almuédanos. Realmente, suelen ser un remanso de paz enmedio de la ajetreada medina.
Texto y fotos: Miantara Rojo
"Desde siempre me ha llamado la atención la cultura asiática, su filosofía, su escritura, su gastronomía y cuando llegué a Tokio volví a fascinarme de nuevo. Ya había visitado varias ciudades europeas, norteamericanas y asiáticas, pero aquí disfruté de una serie de experiencias que fueron únicas y especiales para mí"