A Estefanía de Armengol, hija de Armengol V y nieta del conde Pedro Ansúrez, le hubiese resultado difícil imaginar cuando fundó el monasterio de Valbuena, en el siglo XII, que hoy día pasearían por sus corredores personas en albornoz y zapatillas. Probablemente, también le hubiese sorprendido comprobar que los nuevos huéspedes, aunque no lleven hábitos, también buscan la desconexión del mundo terrenal.