Su incomparable calidad lo colocó en el ranking mundial, sin embargo, el vestido y la identificación de los puros cubanos fueron y son las anillas y etiquetas litográficas, que muestran las marcas, diseñadas e impresas con gran belleza y colorido. Sin ellas el Habano no sería nada, un puro sin identidad.
Esa visualidad caracteriza hoy el posicionamiento de sus marcas y vitolas, y las etiquetas que atavían las cajas, que representan la garantía de calidad del producto y engalanan el puro, protegiéndolos además contra las falsificaciones.
Visitar como parte del programa del Festival las fábricas,-en esta ocasión,- Partagás o La Corona, es entrar no solo a un templo oloroso, sino a una sala de silencio donde las manos inquietas de los torcedores labran obras de arte.
Los elegantes y bien pensados diseños de las vitolas y las etiquetas de las cajas de habanos con su olor a cedro fresco han suscitado el interés mundial de coleccionistas especializados en habanos cubanos, así como libros y exposiciones sobre estas encantadoras reproducciones. La vitolfilia es el coleccionismo de anillas de tabacos y el conocimiento que se tiene sobre ellas, lo que etimológicamente se puede interpretar como una afición por las vitolas.
El Puro cubano es un producto que nos identifica como nación, pero también nos trasciende; fumar un buen puro es considerado por los conocedores del tema, como un acto sublime.