En 1502, cuando Cristóbal Colón desembarcó en la isla de Guanaja, cerca de Honduras, los indígenas le recibieron ofreciéndole una bebida de bienvenida. Posiblemente fuera la primera vez que un europeo probaba el chocolate... En forma de tableta, bombones o líquido, hoy es un producto consumido con pasión en todo el mundo.
HONDURAS. Como reza su eslogan: "todo está aquí"
Abrazada por el agua del océano Pacífico y del mar Caribe, Honduras goza del raro privilegio de tenerlo casi todo en su apretada geografía: bellas playas de arena blanca, una impresionante barrera coralina, las majestuosas ruinas del Imperio Maya, una arquitectura colonial bien conservada y la cálida hospitalidad de su gente.
Honduras, situado en el corazón de Centroamérica, es el segundo país más extenso de la región con más de ocho millones de habitantes. Su orografía es muy montañosa y, paradójicamente, es el único de la zona que no tiene volcanes. Una cordillera lo recorre de norte a sur, separando de forma natural la zona del Caribe de la del Pacífico. Por otra parte, las selvas tropicales ocupan más de la mitad del territorio hondureño, que también se ve favorecido por cientos de kilómetros de magníficas playas y por las Islas de la Bahía que conforman uno de los puntos de buceo más interesantes del mundo.
Tegucigalpa
La capital de Honduras es una ciudad bulliciosa y ruidosa, encajonada en un altiplano a mil metros por encima del nivel del mar. Su nombre significa Colina de plata en el dialecto local y fue fundada en 1578 por los españoles como un centro minero. Siglos después, ya en 1880, Tegucigalpa pasó a ser la capital del país.
Su mayor atracción es la Catedral abovedada del siglo XVIII, cuyo interior barroco ha sido trabajado con esmero. El Parque Central, situado frente ella, es el alma de la ciudad. Entre los edificios de interés, figuran el Antiguo Paraninfo Universitario, actualmente un museo de Arte; el moderno Palacio Legislativo, que fue edificado sobre pilotes; la Casa Presidencial; y la iglesia de San Francisco, del siglo XVI, la más antigua del lugar.
La ciudad está atravesada por el río Choluteca. En la orilla este, con su centro urbano y sus barrios más opulentos, se encuentra Tegucigalpa. Al otro lado del río se alza Comayagua, con un gran número de estaciones de autobuses, hoteles baratos y comercios.
Comayagua es una referencia interesante para el viajero curioso. Fue capital de Honduras de 1537 a 1880 y, por ello, conserva numerosos ejemplos de su esplendor colonial. La Catedral, edificada entre 1685 y 1715, es una verdadera joya que alberga obras de arte y uno de los relojes más antiguos del mundo. Este ingenio, construido hace más de ochocientos años por los árabes para La Alhambra, fue legado por el rey Felipe II. También se halla aquí la primera universidad de Centroamérica, fundada en 1632 en la Casa Rural, la misma que alberga hoy el Museo Colonial. Este espacio atesora obras de arte religioso que cubren cuatro siglos de dominio colonial. Y si queremos seguir hablando de tesoros, no podemos olvidarnos de la iglesia de La Merced, la de San Francisco o La Caridad. Todo este catálogo se explica por el papel de la urbe en la época colonial, la Independencia, la anexión al Imperio Mexicano, la Federación y la República, sucesos que acaecieron mientras mantuvo la capitalidad.
Comayagua es, por tanto, Historia, pero también un compendio de arte sacro, manifestaciones religiosas multitudinarias e iglesias impecables. El viajero debe anotar en su agenda: visitar sus museos y campanarios, aprender sobre arte colonial barroco americano, comer deliciosamente y relajarse recorriendo el centro histórico. Y todo esto a pesar de haber sido devastada por varios terremotos, además de los saqueos e incendios sufridos en reiteradas ocasiones.
Las ruinas de Copán
Copán Ruinas es un precioso pueblo de calles empedradas, enmarcadas por casas de adobe con tejados rojos, que tiene todo lo que el turismo puede necesitar. Vale la pena incluirlo en el plan de viajes (al menos una noche) y disfrutar de sus atractivos.
Situado escasamente a un kilómetro de los célebres vestigios mayas del mismo nombre y con fácil acceso desde San Pedro Sula, cuenta con una preciosa iglesia colonial y rezuma un clima de calma atemporal. No se debe uno marchar de aquí sin visitar el café San Rafael o el Welchez; menos aún sin pasear por la Montaña Guacamaya, el mejor parque de aves de toda Honduras; sumergirse en las aguas termales en el río Managua; o visitar la aldea chorti de La Pintada.
Pero lo que casi podría considerarse un pecado es no conocer el Parque arqueológico de Copán. Abierto todo el año, durante la visita se descubren, entre otros, la estela de la Plaza Mayor, que data del año 613 y en la que aparecen retratados los gobernantes de Copán; el campo de juego de pelota y una escalera con jeroglíficos; y la Acrópolis, dividida en dos grandes plazas (la oriental y la occidental) y famosa por sus estelas y altares. La mayoría de estos monumentos conmemorativos fueron consagrados en el reinado del decimotercer rey de Copán, 18 conejo. Y hay mucho más que ver. La experiencia de recorrer sus calles es tan impactante como observar el templo Rosalila que ofrece una impactante imagen de aquella civilización y nos permite remontarnos en el tiempo e imaginarnos como se vivía aquí en el año 882 de nuestra era.
Ciudad de Gracias
Gracias se encuentra ubicada en el departamento de Lempira, en el occidente del país. Se trata de una de las ciudades coloniales más antiguas de Honduras, su fundación data de 1536. Oculta a los ojos de los viajeros y empresarios, se mantuvo ajena a las rutas turísticas, y su comercio, básicamente local, apenas traspasaba las fronteras con el cercano estado de El Salvador. En la actualidad, Gracias comienza a abrirse al mundo y desea mostrar todos sus tesoros naturales y culturales: es uno de esos enclaves dormidos que parece despertar de un largo y profundo letargo. Para ello, se apoya en las virtudes del Parque Nacional Celaque que resulta ideal para disfrutar del ecoturismo. Sus cuatro magníficas iglesias, casas, calles y haciendas coloniales, de notable riqueza arquitectónica, completan su oferta.
Tela y Trujillo
Tela es la localidad costera favorita de muchos viajeros. Este lugar pequeño y tranquilo es famoso por su magnífico marisco y por tener algunas de las mejores playas de la costa norte y varios alojamientos de calidad. Se trata, sobre todo, de un rincón donde relajarse y disfrutar de una vida sencilla, al menos hasta la fecha ya que están sobre la mesa varios proyectos de desarrollo. En todo caso, la mejor ensenada se encuentra al este de la localidad, delante del hotel Villas Telamar. Su arena es blanca y fina, y goza de un bosquecillo de cocoteros que completa su singular estampa.
El recorrido por Honduras bien podría continuar por la pequeña localidad de Trujillo, la cual ha desempeñado un importante papel en la historia del país. Se ubica en la gran curva que forma la Bahía de Trujillo y es célebre por sus hermosas playas, cocoteros y aguas tranquilas. Si bien tiene la reputación de ser uno de los mejores lugares costeros de todo el Caribe, no suele estar atestado de turistas (salvo durante su fiesta popular de finales de junio). Aparte de sus atractivos marinos, cuenta con una fortaleza del siglo XVII, el Museo Arqueológico y la tumba de William Walker –conocido filibustero–. Al oeste de la ciudad, se encuentra Barrio Cristales, habitado por garífunas: un lugar ideal para bailar y divertirse.
San Pedro Sula
El colorido de las flores y el gorjeo de los pájaros, sobre todo el zorzal, atrapan al instante a quien llega a San Pedro Sula. Se trata de una de las urbes más antiguas del país, fundada en 1536 por el explorador español Pedro de Alvarado y llamada en un primer momento San Pedro de Puerto Caballos. Para algunos autores la palabra Sula proviene de los mayas y significa Pueblo elegido, aunque otros investigadores le adjudican traducciones diferentes, como, por ejemplo, Valle de Pájaros, lo que aún hoy se puede apreciar al recorrer el lugar.
Si con tres palabras se tuviera que definir esta ciudad, no sería extraño que se escogiesen: colorido, afabilidad y comercio. Eje industrial del país, es una parada habitual en los viajes de negocios. Posee, sin embargo, numerosos atractivos turísticos, vinculados con su historia, cultura y entorno natural. También es un destino ideal para las aventuras y el relax, que se pueden disfrutar mientras se descubre el buen carácter de los hospitalarios y conversadores sanpedranos.
El colorido del que hablábamos antes se halla en los distintos jardines de la ciudad y, sobre todo, en su mercado de artesanías, conocido como Guamilito, una manzana repleta de casi todo lo que puede desear, ver o comprar un viajero, tanto con premura como con tiempo suficiente. Allí esperan numerosos arreglos florales, mujeres sonrientes y muchachas elaborando la típica tortilla, el plato hondureño y centroamericano, a la que se añade todo tipo de ingredientes, desde carnes hasta pescados. Al festín cromático también contribuyen, apretados en rincones y pasillos, las frutas, hamacas (de todos los tamaños), miniaturas, cuadros o mariposas realizadas con materiales inverosímiles. La calle también es escenario de encuentros muy peculiares, donde la gente espera al comprador, a veces con más ganas de recibir a personas de otras nacionalidades que de vender.
El calor es algo que en un principio puede asustar, con altas temperaturas (40 grados centígrados) desde el inicio del verano en abril, pero, como suele correr cierta brisa, se puede andar por las calles sin preocuparse por el clima.
Roatán, piratas, cruceros y arrecifes
Roatán es la mayor de las tres ínsulas que componen las llamadas Islas de La Bahía. Situadas a 50 km al norte de la costa atlántica de Honduras, alberga gran parte de la mayor barrera coralina de América y hospeda a más de cuatro mil especies de peces. El arrecife es espectacular, con sus aguas cristalinas presumiendo de flora y fauna: un escaparate de la biodiversidad autóctona.
La historia de Roatán incluye un panorama de escaramuzas navales, conquistas, invasiones, retiradas y migraciones durante las continuas guerras entre el Imperio español y el británico; sin olvidar la llegada de la etnia garífuna, en 1797, a territorio centroamericano. Su capítulo más novelesco es la época en que filibusteros como Henry Morgan hicieron de estas coordenadas una de sus estancias favoritas.
Roatán es lo mejor del Caribe concentrado en un paraíso donde el verano no acaba. El maravilloso arrecife coralino, las cristalinas y cálidas aguas en tonos azulados, las blancas playas y la topografía montañosa atrajeron las primeras oleadas de turistas a partir de 1960, y han convertido a la isla hondureña en un destino de sol y playa visitado por miles de personas cada año. Muchos de ellos descienden de los titánicos cruceros internacionales que llegan semanalmente durante la temporada alta. Estrellas de cine, celebridades, mochileros o, simplemente, turistas recorren la isla que ofrece alojamientos de todo tipo, desde los básicos hostales de diez dólares la noche hasta los lujosos y privados resorts.
La ciudad más grande de la isla es Coxen Hole que destaca por sus servicios y atractivo comercial, al igual que French Harbour (el segundo núcleo más importante) es conocida por la actividad de su puerto. Sin embargo, es en West End donde se concentran la mayoría de los turistas que dejan sus rutinas para vivir una gran experiencia. Es el lugar donde dejarse hechizar por el influjo veraniego y disfrutar del misterioso mundo del arrecife, nadar en aguas transparentes, sumergirse con delfines o bien pasear por playas nudistas. El reloj parece marchar lentamente en un enclave donde sólo importa pasarlo bien.
A pesar de haber leído anteriormente sobre la violencia o zonas peligrosas del país, en mi viaje pude apreciar una tranquilidad y una cotidianidad muy normal, lo que me permitió disfrutar plenamente de toda su belleza natural, sugerente cultura y diversidad.