Estonia es, a la vez, el escenario ideal para un cuento infantil y un país moderno que usa las más recientes vanguardias tecnológicas. Aquí las historias de hadas se mezclan con los smartphones. En cualquiera de sus bosques, el lobo de Caperucita podría estar llamando por el móvil a la abuelita o votando por Internet en las elecciones presidenciales.