Conviene ser precavido cuando se visita Florencia pues ya se sabe que fue en esta ciudad donde Henri-Marie Beyle describió por primera vez algo que, más tarde, bien avanzado ya el siglo XX, se llegaría a conocer como síndrome de Stendhal. El seudónimo del escritor francés otorgó nombre a una enfermedad psicosomática que acelera el ritmo cardíaco, produce vértigo, confusión e incluso alucinaciones cuando el individuo es expuesto a obras de arte particularmente bellas y sobre todo si se encuentran en gran número en un mismo lugar. Y es que, la belleza y la exuberancia del goce artístico es algo serio y así lo entendieron también los artistas que, sobre todo en el Renacimiento, recalaron en la capital toscana. Rafael, Botticelli, Da Vinci o Miguel Ángel... todos pugnaban por crear la obra de arte más bella y perfecta, ya fuera en pintura, escultura o arquitectura. Por eso el viajero que hoy recorre las calles de Florencia se encuentra ante un escenario sublime y armonioso del que es difícil sustraerse.
