CROACIA Y PERÚ. Lonely Planet
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CUADERNOS DE VIAJE. De lujo
El romanticismo de los cuadernos de viaje vuelve a estar de moda. Lonely Planet nos sorprende con una creativa colección que reinventa el clásico concepto de guía turística para ofrecer una auténtica joya editorial de gran formato. El encargado de ilustrar sus páginas es Enrique González Dorao quien nos engancha en cada nuevo título con su buen hacer, perfección y frescura.
Estos cuadernos se convierten en el mejor recuerdo de un viaje una vez que has regresado o una avanzadilla de ese destino que tantas ganas tienes de conocer. Por supuesto, como regalo también será muy valorado. Lo que te aseguramos, aún antes de que hayas abierto ninguno de ellos, es que estarás deseando lanzarte a la carretera para comenzar tu propio diario ilustrado y que tu moleskine nunca más volverá a tener sólo letras.
Historia de los cuadernos de viaje:
Los cuadernos de viaje cuentan con una larga tradición. Híbrido de diario íntimo, de álbum de imágenes y esbozos, de bloc de notas o dietario y de carpeta de objetos encontrados, el cuaderno de viajes ha acompañado a los grandes viajeros y exploradores militares y científicos desde hace siglos. El mismo Colón incluyó en las crónicas de sus viajes apuntes y dibujos, como su primera visión del Nuevo Mundo (un esbozo del perfil de la isla de La Española) y las expediciones científicas del siglo XVIII reclutaban dibujantes para acompañar a los viajeros y que dejaron apuntes tan brillantes como los de Fernando Brambila o el propio Alejandro de Humboldt.
La fotografía relegó a un segundo plano el papel de estos cronistas visuales y en el siglo XIX los cuadernos de viaje se convirtieron en obras más románticas, en las que primaban sobre el dibujo las impresiones personales en forma de texto. Pese a todo, la tradición se conservó con fuerza en Francia, donde existe incluso una bienal dedicada al cuaderno de viaje que se celebra en Clermont‐Ferrand.
Entre los cuadernos de viaje más clásicos es necesario hablar de artistas como Gaugin, que revolucionó el cuaderno de viaje como nuevo formato artístico, rompieron sus límites tradicionales y experimentando con materiales y técnicas del arte contemporáneo. El manuscrito ilustrado de Ancien culte (1891‐92) tiene una cubierta hecha con fibras de Tahití, sobre la que el pintor estampó figuras de inspiración primitivista; en su cuaderno Noa Noa (1891‐1903) mezcló acuarela, fotografía, tintas, grabado, altas dosis de erotismo y hasta versos propios. La tradición gráfica y viajera de Humboldt, los Goncourt, Turner, Delacroix, el propio Gauguin, Picasso o Hopper se perpetúa en nuestros días en grandes nombres propios como Titouan Lamazou, de origen francés y pulso nómada, y Peter Beard, que nació en Nueva York pero ha residido sobre todo en África. Son los clásicos vivos del cuaderno de viajes, con algo en común: el uso de la fotografía como base de su trabajo viajero.
En España asistimos en los últimos años a la revitalización del género con autores que han publicado sus cuadernos y sobre todo, utilizan los nuevos medios de comunicación virtual para compartir trabajos. Las iniciativas editoriales, limitadas hasta hace poco a pequeñas editoriales de ámbito local, han un salto con el interés de los grandes sellos por el nuevo género en todo el mundo. Los nuevos Cuadernos de viaje en acuarelas de Lonely Planet, publicados por GeoPlaneta son una apuesta definitiva por la revitalización del género en la que no se han escatimado esfuerzos: obras de calidad, en gran formato, con un mimo extraordinario de la selección de las imágenes, la calidad del papel y la impresión.
Nuevos soportes para nuevos viajeros:
Los cuadernos de viaje han encontrado en las nuevas tecnologías del siglo XXI un aliado para dar y conocer sus trabajos y compartir sus experiencias con otros dibujantes y viajeros. Entre los grupos más activos destaca el blog Urban Skechers, del que forma parte Enrique González Dorao, autor de la colección “Cuadernos de Viaje” de Lonely Planet. Fue creado en 2008, una obra colectiva en la que un centenar de artistas de más de 30 países comparten dibujos de las ciudades en las que viven o a las que viajan, siempre realizados in situ y al natural. Los participantes en Urban Sketchers se motivan unos a otros y apoyan la idea de que el dibujo es una forma de expresión universal que no conoce fronteras.