No resulta exagerado comparar el hotel Barceló Fès Medina con un oasis de paz y calma. Como tampoco lo es decir que la ciudad imperial de Fez emite desde su medina el mayor número de impactos sensitivos que hayamos conocido. Este establecimiento del grupo Barceló Hoteles se sitúa en pleno corazón de la ciudad nueva.
Mulay Ismail, aparte de salir victorioso de innumerables campañas militares –entre otros, contra británicos, españoles y jefes tribales–, se le recuerda por su espíritu constructor y mal carácter. De esta manera, tan pronto levantaba un palacio o un puerto, como le daba por cortar cabezas a diestro y siniestro. En todo caso, es innegable su peso en la Historia y, de hecho, se le considera el precursor del Marruecos moderno.
Volvamos ahora al Meknés actual para situarnos en la plaza de El-Hedime que nos servirá de punto referencia. Es este un espacio por donde deambular tranquilamente para curiosear y palpar el ambiente popular. Al estilo de Jemaa el Fna, cuentacuentos, encantadores de serpientes, vendedores y personajes poco corrientes ante nuestra mirada occidental llaman la atención e invitan a quedarse un rato. Desde aquí se accede tanto a la Ciudad Imperial como a la medina. Respecto a la primera, decir que nos recibe con la impetuosa Bab el-Mansour, considerada por muchos como la puerta más glamurosa de las ciudades imperiales marroquíes. Se puede continuar con la visita a la antigua prisión de cristianos, unas bóvedas subterráneas sobrecogedoras. Cerca, se halla la plaza de armas y el mausoleo del Mulay Ismail –los no musulmanes pueden visitarlo aunque no es posible acercarse a la tumba–. De lo que sobrevive más bien poco es del gran complejo palaciego de este mito nacional, aunque los vestigios nos pueden ayudar a entender la magnificencia de sus construcciones. Pero si todavía queda alguna duda sobre este punto, hay que acercarse hasta los faraónicos establos y graneros. Hablan por sí solos.
Es hora de conocer la Medina y pasear por sus zocos que resultan inspiradores a pesar del trasiego reinante. Babuchas, joyas, artesanía, instrumentos musicales, frutas y verduras… un espectáculo parecido al de Fez, quizás menos impresionante, pero también más accesible. Las paradas en los bazares se alternan con la belleza de tesoros como la Gran Mezquita, la madraza Bou Inania o la mezquita Nejjarine.
No podemos despedirnos de este lugar sin una última pista acerca de su disposición y ubicación. El valle fluvial del Oued Boufekrane divide a la ciudad en dos partes bien diferenciadas. Al oeste, la Ville Nouvelle, construida por los franceses, de trazado lineal y donde se concentran la mayoría de restaurantes y hoteles de mayor calidad. En el otro lado, la vieja judería (Mellah) y la ya comentada Medina.
Puertas y muralla en Meknés.