Esta es la guía práctica del reportaje: Madrid, claves para una escapada corta. En ella os aconsejamos cómo llegar, cómo moverse, dónde dormir y comer y la agenda cultural de la capital madrileña.
MADRID. Claves para una escapada corta
Con las tentaciones de toda la vida aún vigentes, Madrid ofrece hoy en día un buen puñado de novedosos divertimentos que se pueden conocer en una incursión rápida. Barrios emergentes, el resurgir de un río, la nueva cara de un palacio centenario, museos que pasaban desapercibidos o espacios culturales donde antaño se mataban animales
Madrid es un lugar especial. A pesar de no poder competir con la arquitectura y solemnidad que destilan otras capitales europeas, alberga un casco histórico con estilo y personalidad propia. Es difícil que encabece la lista de las más glamurosas, pero siempre está abierta a las nuevas tendencias y no teme a los cambios. Tampoco es de las que más apuesta por el color verde, pero en los últimos tiempos está intentando, con mayor o menor fortuna, fomentar el uso de la bicicleta y devolver a los ciudadanos su pasión por elementos tan significativos para su idiosincrasia como el Manzanares. En cambio, sí que es una urbe que cuenta con un factor diferenciador que debería ser la envidia de gran parte del Viejo Continente: su dinamismo y efervescencia. Y es que aquí, como en pocas otras plazas, las calles bullen sea cual sea la hora del día y los atardeceres parecen solaparse con los despertares.
Esta viveza que comentábamos no termina en la animación y en el jolgorio. Madrid sigue reinventándose a sí misma, hecho que podremos comprobar en nuestras próximas 48 horas. Para aquellos que hace tiempo que no la visitan recomendamos algunas de sus últimas novedades: Madrid Río, el Palacio de Cibeles y un barrio céntrico que intenta definirse en el siglo XXI gracias a sus comerciantes: triBall. No faltaremos a nuestra cita con el paseo por los rincones más castizos y reservaremos un rato para la cultura; eso sí, esta no es la escapada de las grandes pinacotecas. En esta ocasión hemos optado por otras alternativas que, a pesar de haberse diseñado a una escala distinta, pueden resultar también muy sorprendentes. En fin: todo menos aburrimiento; y es que aquí, salvo los días de gripe o funeral, es harto complicado no divertirse.
¿Dónde quedamos? En el CentroCentro
Comencemos en Cibeles donde, desde hace más de cien años, se yergue el impetuoso Palacio de Comunicaciones. Sus dimensiones son más que reseñables y, por ello, a principios del siglo XX esta casa de correos presumía de ser más grande que la de Nueva York, Londres o París. Así, durante un siglo ha sido el punto neurálgico de las comunicaciones de España y seguro que la infinidad de cartas y telegramas que distribuía transmitieron todo tipo de noticias, desde secretos de estado, alegrías o defunciones, hasta declaraciones incondicionales de amantes separados por la guerra.
Hoy en día cumple funciones muy diferentes y, al mismo tiempo, muy diversas, destacando sus usos políticos y culturales. Hay que reseñar que se ha convertido en la sede del Ayuntamiento de Madrid y que esta nueva ubicación ha suscitado, cuanto menos, un intenso debate sobre el coste del proyecto. Desde la alcaldía siempre se ha dicho que el edificio se ha concebido para todos los madrileños, mientras que los detractores argumentan que es un despropósito. Ni este es el lugar ni nosotros somos quienes para juzgarlo, pero desde una perspectiva turística sí que nos atrevemos a decir que asoma como un interesante y novedoso punto de interés.
CentroCentro es el nombre con el que se conoce al espacio cultural ubicado en el Palacio de Cibeles. Por un lado dispone de un gran área de información que se enfoca en la programación de las instituciones del Paseo del Arte (aunque está previsto que en un futuro próximo abarque otros aspectos de la ciudad). El auditorio, por su parte, ha sido concebido para la música de cámara, pero también se halla abierto a otras disciplinas. Una de las actividades más solicitadas es la subida al mirador de la octava planta desde donde se divisan unas vistas muy llamativas –es muy recomendable apuntarse a las visitas guiadas para entender la importancia arquitectónica del edificio que, por cierto, es considerado Monumento Histórico–. Aparte, cuenta con más de 8.000 metros cuadrados expositivos donde encontraremos principalmente iniciativas relacionadas con la cultura y vida urbana.
TriBall: un triángulo efervescente
Sobre triBall, que realmente es una asociación de comerciantes, he escuchado opiniones muy diversas. Hay quien me ha comentado que es producto de la especulación, mientras que otros lo comparan, salvando las distancias, con lo que está sucediendo en El Raval de Barcelona. Una buena amiga me ha dicho varias veces que estará eternamente agradecida a esta iniciativa por darle la oportunidad de exponer sus primeras creaciones de moda. De hecho, he llegado a escuchar afirmaciones tan contradictorias como: “Es para snobs y niños de papá”; “El barrio está perdiendo su identidad y no quieren que unos empresarios los representen”; e, incluso, yendo más allá: “Me parece fascinante, es como el Soho pero en Madrid”. Como veis, para gustos los colores. Aparte de las reflexiones sociourbanísticas y juicios salomónicos, hablemos de lo que está pasando para ver si os puede resultar de interés.
Formando un triángulo casi perfecto, las calles Gran vía, Fuencarral y Corredera Baja de San Pablo son las referencias de este proyecto que cada vez está cobrando más fuerza. Para que nadie se lleve sorpresas, hay que decir que esta zona de la capital era famosa por ser un lugar de alterne, negocio que aún sigue vigente, con menos fuerza eso sí, pero todavía con movimiento en las esquinas. A pesar de ello, hay que recalcar que, en principio, no es un lugar inseguro y que el tránsito de viandantes es elevado.
Me gustaría comenzar con algo pequeño, singular, entretenido y que explica a la perfección la transformación de la que estamos hablando: Microteatro por dinero. Su historia nace a finales del año 2009 cuando medio centenar de artistas deciden crear una iniciativa original. Se trataba de escenificar para un reducido público obras teatrales de menos de diez minutos en un espacio de lo más singular: las habitaciones de un antiguo prostíbulo. Así, en cada estancia, se representaban diferentes creaciones, todas ellas con la prostitución como telón de fondo. La idea tuvo una gran aceptación y hoy en día se ha establecido como una opción permanente dentro del panorama de ocio madrileño. El lugar esta vez es una antigua carnicería, pero la esencia del proyecto sigue siendo la misma: un tema común para todas las obras, corta duración, pocos asistentes y un espacio pequeño que te hace sentirte parte del espectáculo. Resulta divertido y original, y una buena idea es asistir a una de las obras, tomarte una cerveza en el bar de arriba y terminar con otra representación.
Pero triBall es mucho más. Destaca la oferta de restauración, donde podemos encontrar locales con solera –como una jamonería casi centenaria o tabernas de toda la vida– junto a espacios de vanguardia que sorprenden con sus propuestas tipo lounge o sus creaciones de diseño. Tiendas de ropa también hay muchas, algunas ofrecen artículos de marcas reputadas, otras productos más minoritarios. Además, talleres de cerámica, casa de especias, el mítico Teatro Lara, iglesias con soberbios frescos, peluquerías… en fin, estamos en el centro de Madrid, aquí hay casi de todo, y últimamente ha recibido un impulso renovador. ¡Qué lo disfrutéis!
Un paseo por el centro
Uno de los recorridos ineludibles en una escapada debería ser el centro histórico que, como comentamos, tiene una personalidad fuerte y marcada. Pongamos que es domingo y que tenemos ganas de pasear. La historia podría ser así...
Nos bajamos en el metro de Ópera y a un minuto nos topamos con el señorío de Madrid: el Teatro Real, el Palacio Real y La Almudena. Avanzamos entre estatuas y artistas callejeros, y algo nos obliga a arrimarnos al palacio. Es posible realizar visitas turísticas en el interior y conocer algunos de los tesoros de la historia de España en forma de bóvedas, terciopelo, porcelana, salones y armas con muchos años en sus empuñaduras. Aquellos que tengan más ganas de uniformes, deben saber que los miércoles a las 11 horas se escenifica para la galería el cambio de guardia.
Y seguimos paseando por la calle Bailén. A nuestra derecha podremos ver la catedral de La Almudena, pero nuestra intención es tomar la calle Mayor. El sabor castizo, un tanto lejano a esos aires europeos que acabamos de respirar, empieza a inundar el ambiente. Id haciendo hambre porque las propuestas gastronómicas se suceden, pero antes de entrar en los bares, echemos un vistazo a la Plaza de la Villa y a los edificios que allí se yerguen. Una de las calles que parten de ella se llama Cordón y los amantes de los dulces conventuales encontrarán ahí su propio paraíso (El Jardín del convento, ver guía práctica). Retomamos la Calle Mayor para, dirección a la Plaza Mayor, toparnos con el Mercado de San Miguel. Con precios muchas veces tan animados como su ambiente, las tentaciones culinarias son de todo tipo, resultando el lugar singular y digno de ser conocido disfrutando de un vino y algo de picar (desde ostras, embutidos o sushi hasta ricos pescados cocinados en el momento). Si preferís lo clásico, ya sabéis que los bocatas de calamares conquistaron hace tiempo las barras de los bares de la zona. Y los que tengan ganas de algo más dulce, que opten por la mítica chocolatería de San Ginés o por una opción más moderna, Chocolala Belga –ver guía–, donde Paul elabora artesanalmente tentaciones muy sugerentes.
A continuación nos dejamos llevar por las callejuelas de La Latina y descubrimos –como si fuera la primera vez– su universo de tapas y vinos, seguramente el mejor lugar de Madrid para el aperitivo. Cuenta, además, con un intrincado laberinto de callejuelas que, junto a sus viejas iglesias y plazas de sabor añejo, añade su propio aroma al paseo. Desde aquí podríamos llegar a Lavapiés, un área que en los últimos años, sin perder su carácter multicultural, ha evolucionado ofreciendo alternativas de ocio también muy interesantes. Pero eso lo dejaremos para una escapada posterior ya que otro lugar de la urbe nos está llamando.
Del Matadero al Río
Fruto del soterramiento de la M30 y de un ambicioso plan urbano –nada es gratis en esta vida y menos hacer magia con una autopista–, la capital ha sufrido una de sus mayores transformaciones en los últimos tiempos. Es indudable que se trata de una apuesta por la calidad de vida y que cuenta ahora con un valor añadido. Madrid Río es un área digna de ser conocida. Una buena aproximación a esta iniciativa podría comenzar en Matadero Madrid que asoma como un centro de creación contemporánea que abarca desde teatro –acoge las Naves del Español– hasta una Cineteca, la Central del diseño o la Casa del lector. Continuemos con una inmersión en el vecino Invernadero para zambullirnos en su mundo vegetal.
Después se puede pasear hasta el skatepark y disfrutar un rato viendo a los chavales presumiendo con sus nuevos trucos. Quizás os entren ganas de alquilar una bici, imaginemos que eléctrica por aquello de probar nuevas emociones. Así podríamos recorrer buena parte de los kilómetros que abarca la recuperada ribera. Por el camino veremos de todo, toboganes para grandes y chicos, lianas gigantes, tirolinas, gente patinando, escalando o corriendo; los que toman el sol o una cerveza en alguno de los cafés, o el que se embelesa en el mirador; si hace buen tiempo, la playa urbana estará a rebosar; y, claro, al ser un río el eje vertebrador, nos toparemos con numerosos pasos para cruzar de una orilla a otra. Esta es otra de sus características más reseñables: la variedad de pasarelas. De esta manera, hay puentes históricos –como el del Rey o el de Segovia– y otros de corte mucho más modernos –tal es el caso del Oblicuo, el Verde, los Gemelos o quizás el más singular de todos, el Monumental de Arganzuela–. Por tanto, Madrid Río se puede abordar desde perspectivas muy diversas, ya sea por su arquitectura, su oferta lúdica o su invitación a practicar deporte. Eso sí, si viaja con niños sería un error no acercarse a conocerlo.
PARA TOMAR NOTA: El Museo del Romanticismo
El Museo del Romanticismo es de ese tipo de espacios culturales que dejan un regusto agradable en el paladar y que cuando rememoras la escapada lo recuerdas con cariño. Ubicado en un pequeño palacio neoclásico, ofrece al visitante la posibilidad de descubrir muchos de los secretos de ese movimiento cultural y político que logró su apogeo en toda Europa a principios del siglo XIX y que para algunos expertos cambió la forma de entender el mundo. En él nos esperan muchas pistas para comprender el modo de vida, la filosofía y los gustos de aquella época tan característica. Paseando por sus salas uno descubre infinidad de curiosidades y hasta es posible que entren ganas de, por ejemplo, hacer tus pinitos en la sala de baile. Aparte, cabe reseñar el encanto de su jardín y las actividades especiales que organizan, muchas de ellas ideales para los niños.
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Texto y fotos: Pepa García
El hotel H10 Villa de la Reina reabre sus puertas en plena Gran Vía con aires retros y un marcado estilo francés. La nueva apariencia de este hotel-boutique, que ocupa un histórico edificio de principios del siglo XX, se la debe al renombrado interiorista Lázaro Rosa-Violán.