Se dice que, para divertirse, el príncipe solía organizar en él extraordinarias garden parties, hábito muy popular en numerosas ciudades marroquíes. El magnífico espacio, recordado por aquellas diversiones reales, es hoy una atracción y un placer para los huéspedes tanto por sus dimensiones (8 hectáreas), como por su particular flora. Dos siglos más tarde y en una superficie de quince hectáreas se creó el hotel, que muy pronto alcanzaría gran renombre internacional.