No se necesitan muchas palabras para describir Brujas, aunque la mayoría de los tres millones y medio de turistas que lo visitan anualmente se empeñan en compararlo con un museo al aire libre, un viaje al pasado o un cuento de hadas hecho realida
Brujas, una ciudad casi perfecta
Brujas es una de las ciudades más románticas de Europa. Pasear en calesa por sus calles empedradas, navegar en barca por sus canales, caminar por el casco histórico, o saborear su gastronomía en alguno de los nueve restaurantes con estrellas Michelin premiados este año, son algunos de los highlights de una ciudad casi perfecta.
Los puentes son un denominador común en esta ciudad medieval, necesarios para poder flanquear la multitud de canales que serpentea el casco urbano. Su mayor atractivo es su casco histórico, que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 2000, y que mantiene intactas las estructuras arquitectónicas medievales. Las guerras mundiales pasaron casi desapercibidas en este lugar, en el que viven 120.000 personas, que se desplazan mayoritariamente en bicicleta por sus calles adoquinadas.
Los paseos en calesa son una de las formas más cómodas de conocer la ciudad y se les suele ver circulando durante todo el día por los alrededores de la plaza Markt, al igual que en otros puntos frecuentados por turistas. Uno de los sonidos más familiares de Brujas es el eco de las herraduras en el empedrado de las calles.
Navegar por los canales es otra divertida manera de conocerla. Puede que sus canales no sean tan famosos como los de Venecia, pero resulta totalmente gratificante pasar la tarde en una de estas excursiones.
El lago Minnewater y las beguinas
Comenzamos nuestro peculiar recorrido en el lago Minnewater. Hay muchas leyendas en torno a esta masa de agua también apodada “el lago del Amor”. Algunos dicen que le debe su nombre a una mujer llamada Minna. Ella, enamorada de un hombre que su padre no aprobaba, huyó y se escondió en las inmediaciones de la laguna, donde finalmente murió antes de que la encontrara su amado. Según la leyenda, éste inundó esa zona del bosque y la enterró justo debajo. Otros dicen que su nombre tiene relación con la palabra flamenca minne que significa “amor”, o con la antigua palabra germánica minne que significa “elfo” o “duende”. Fuera como fuese, en la actualidad es un romántico lago donde nadan los patos y los cisnes, circundado por varios senderos que resultan ideales para pasear por las tardes.
Junto a éste, se ubica la colonia Begijnhof, un conjunto de casitas blancas que rodean un hermoso jardín con césped lleno de árboles, en la que habitan unas setenta monjas benedictinas. Este lugar, fundado en el año 1245 para acoger a las mujeres solteras o viudas, era dirigido por beguinas, una asociación de mujeres cristianas, contemplativas y activas, que dedicaron su vida tanto a la defensa de los desamparados, enfermos, mujeres, niños y ancianos, como a una brillante labor intelectual que ahora empieza a ser conocida. Además de pasear por los jardines, y caminos circundantes, por los que pasan a menudo las monjas en bicicleta, podemos visitar un pequeño museo llamado La Casa de las Beguinas, que muestra cómo era la vida un par de siglos atrás.
Museos para todos los gustos
Quizás uno de los espacios culturales más visitados de la ciudad sea el Diamant Museum. En él se recoge la historia de los diamantes a través de los siglos, con especial atención al papel de estas piedras preciosas en Brujas en el momento de la corte de Borgoña (siglos XIV al XV). También ofrecen algunas exhibiciones temporales. En el sótano del edificio se realiza cada día a las 12.15 horas una demostración de las propiedades más importantes de los diamantes: resplandor, condición de calor, dureza, color, diámetro, peso y claridad, además de mostrar la manera de pulirlos o cortarlos.
La Brouwerij de Halve Maan es una fábrica de cerveza que funciona desde 1856, en cuyas visitas guiadas se pueden descubrir los antiguos métodos tradicionales de elaboración de la cerveza en Brujas. Aquí se produce la Brugse Zot, que representa el orgullo cervecero de la ciudad, y la Halve Mann, una variedad muy sabrosa de alta fermentación fabricada a partir de malta y levadura. El tour termina con una degustación en la azotea, que tiene unas vistas increíbles de la ciudad.
El Memling Museum es uno de los edificios hospitalarios más antiguos y mejor conservados de Europa. El nombre del mismo homenajea al artista Hans Memling, un pintor de origen alemán que se estableció en Brujas en 1465. El museo se conoce también bajo el nombre de Hospitalmuseum al estar albergado en el antiguo hospital de San Juan, que data del siglo XII, y que acogió a peregrinos enfermos hasta el año 1976. Se muestran las antiguas salas de tratamiento, además de los dormitorios, que albergan numerosas pinturas y objetos de arte relacionados con el mundo médico. También se exhiben varias obras realizadas por Hans Memling, entre las que destaca El matrimonio místico de Santa Catalina. Es interesante admirar los instrumentos médicos fabricados hace varios siglos, y el famoso relicario de Santa Úrsula. Junto al museo se encuentra la Apotheek, una farmacia del siglo XVII, que formaba parte de este hospital medieval.
El Groeninge Museum es el Museo Municipal de Bellas Artes de Brujas y alberga una importantísima colección de pintura belga y flamenca de seis siglos de antigüedad, comprendidos entre el XIV y el XX. Destaca, sobre todo, su fondo de primitivos flamencos, que incluye obras que van desde Jan Van Eyck hasta Marcel Broodthaers. También están representados importantes autores surrealistas como Paul Delvaux, y René Magritte.
La plaza Markt y el Ayuntamiento, los dos lugares más visitados
La Plaza Mayor, llamada Markt, representa el corazón de Brujas, y es la más bella de la ciudad. Está ubicada en un amplio espacio abierto rodeado de edificios de un gran valor arquitectónico y en cuyo centro se alza un monumento dedicado a Jan de Breydel y Pieter de Coninck, los cabecillas populares de la rebelión contra los franceses en 1302. La plaza fue restaurada en 1996, y desde entonces está prohibida la circulación de coches. Al sur de la misma se encuentra el campanario Belfort, uno de los iconos de la ciudad. Data del siglo XIII y su torre octogonal se eleva hasta los 83 metros de altura, proporcionando unas maravillosas e incomparables vistas panorámicas. No en vano ya se utilizaba antiguamente como torre de vigilancia para detectar posible incendios...
Junto al Ayuntamiento se encuentra la Heilig Bloed Basiliek, o lo que es lo mismo, la basílica de la Santa Sangre. Fue construida en el siglo XII como la capilla de la residencia del conde de Flandes. Su tesoro es un relicario que alberga un ánfora que, supuestamente, contiene unas gotas de sangre de Cristo. Durante el mes de mayo, coincidiendo con en el Día de la Ascensión, se celebra una procesión llamada Heilig Bloedprocessie, en la que el relicario se pasea por las calles. Partiendo de la plaza de Ayuntamiento por la calle Braambergstraat, se pasa por un bonito arco. A este callejón se le conoce como Blinde Ezelstraat (el callejón del Burro Ciego) y desemboca en el antiguo mercado de pescado, que todavía funciona bajo unas arcadas del siglo XVIII.
Entre bolillos y molinos de viento
Caminando hacia el noreste de la ciudad, llegamos hasta el barrio judío (Jeruzalemkerk), lugar en el que se ubica el Kantcentrum. Bajo sus paredes se encuentra el Centro del Encaje de Brujas, donde una escuela forma a los nuevos artesanos que estén interesados en aprender esta tradición. Utilizando los bolillos, una docena de abuelitas tejen sin parar el encaje que hizo famosa a Brujas siglos atrás, mientras algunos turistas las observan, les preguntan y las fotografían. En el siglo XV Brujas cultivó el arte del encaje como nadie. Su producción, que estuvo unida a su declive como antigua potencia comercial, convirtió este producto textil en una moda que causó furor en toda Europa, así que todas las ciudades de Flandes se dedicaron con esmero a tejer encajes. Cada una se especializó en un punto diferente. El de Brujas era el de hada, el más delicado. Pocos son los que hoy en día saben realizarlo. También es muy difícil encontrar los materiales tan finos que se requieren, por lo que cada vez hay menos ejemplos.
Si seguimos caminando por Peperstraat hasta toparnos con el canal principal que rodea la ciudad, llegamos hasta la Kruispoort, una de las antiguas puertas medievales de entrada, que data de 1297, época en la que Brujas estaba amurallada. Fue construida por los arquitectos Jan van Oidenaerde y Maarten Van Leuven y su misión era la de proteger a la población. La muralla fue demolida en el siglo XV, pero todavía se conserva la puerta principal y el foso.
Más al norte, justo en la zona interior del canal, encontramos en pie tres molinos de viento en perfecto estado de conservación, rodeados de una gran zona verde, perfecta para caminar. Entre los siglos XIII y XIX funcionaban en este lugar una veintena, pero poco a poco fueron desapareciendo. De los tres que quedan, el Sint Janshuis se utilizó desde 1770 hasta 1914. En 1964 fue reparado y, desde entonces, sus aspas giran para ofrecer al turista una visión global de su funcionamiento. También el Koeleweimolen está abierto al público, aunque se trasladó en 1996 hasta Dampoort. El Bonne Chieremolen fue traído a Brujas en 1911 desde un pequeño pueblo de Flandes Oriental llamado Olsene, y el Nieuve Papegaainolen funcionó como molino de aceite desde su construcción en 1790.
Brujas es un lugar perfecto para explorar en dos o tres días a pie, pero también resulta ideal hacerlo en bicicleta ya que gran parte de sus calles están cerradas al tráfico de coches.
También se puede aprovechar para visitar algunos pueblos colindantes, menos concurridos por turistas y en los que la vida discurre a un ritmo más lento. La mayoría de los habitantes de Brujas utilizan mayoritariamente la bicicleta como medio habitual de transporte. Así pues, a primera hora de la mañana es posible ver a muchísimos padres llevando a sus hijos al cole en bici, para después continuar hasta el trabajo... ¡y esto es así incluso en días de lluvia! La mayoría de calles cuentan con un carril y semáforos especiales. Las empresas que se dedican al alquiler de estos vehículos están diseminadas por toda la ciudad y no resulta difícil encontrarlas si queremos pasar unos días sobre dos ruedas.
Brujas de compras
En el tema de las compras, hay un producto que no debemos perdernos: el chocolate. Es fácil conseguirlo ya que existen más de cuarenta tiendas especializadas repartidas por toda la ciudad. Chocolate Line es quizás la mejor de todas. Pocos chocolateros artesanos mezclan sabores tan diferentes como lo hace Dominique Persoone: podemos encontrar pralinés de cebolla frita, tequila, Coca-Cola y muchos otros más. La cerveza es otro de los souvenirs más solicitados, y si existe una tienda en Brujas en la que podamos encontrar todas las variedades y los cientos de marcas que se fabrican en Bélgica, es, sin duda alguna, 2be-Moodshopping Brugge, con sus dos plantas enteras dedicadas a esta bebida y otros productos como el chocolate, el café y la ginebra. Para comprar confecciones realizadas mediante la técnica del encaje, Kantcentrum es un lugar perfecto ya que, por una parte, tendremos la garantía de que se ha elaborado a mano (y no ha sido fabricado en serie en China) y, por otra, los precios son bastante competitivos. Muy cerca del Kantcentrum, en Balstraat 11, se encuentra T’apostolientje, otra tienda de encaje con un surtido bastante extenso, y buenos precios.