Acantilados con carácter e insondables, entre los que se encuentra el mayor de Europa, además de miradores remotos, convierten la isla en uno de los lugares con las panorámicas más espectaculares que cualquiera pueda imaginar. Sus empinadas faldas montañosas y valles interiores proporcionan un conjunto idóneo de miradores desde los que divisar paisajes de impresión, la inmensidad del mar y, en algunos casos, el resto de las islas del archipiélago.