Si alguien que no ha estado nunca en la sierra de Gata y amanece sin saber cómo (a veces pasa) en San Martín de Trevejo, creerá encontrarse en algún lugar de Asturias, de Galicia o del norte de Portugal. Desde luego, no en Extremadura. Para empezar, aquí hablan distinto. Al casco antiguo, le dicen cascu antigu; al queso, quesu y al vino, viñu. Casi todo, acabado en “u”, incluso los letreros de las calles están escritos así. Lo más probable es que ese alguien no haya oído hablar en su vida de la fala, y no se le puede reprochar, porque es una lengua que sólo se utiliza en tres pueblos (San Martín de Trevejo, Eljas y Valverde del Fresno) y que nadie sabe a ciencia cierta de dónde viene: del gallego, del portugués, del asturleonés o del mozárabe. Una lengua que, en realidad, son tres, pues en cada lugar se maneja un dialecto de la misma: en Valverde, el valverdeiru; en Eljas, el lagarteiru, y en San Martín, el sanmartiñegu o mañegu. Esto de que cada quisque tenga su idioma es una cosa muy española y, digan lo que digan algunos, una gran riqueza. Más vale tener, que no desear.
Otra cosa que despista, que no cuadra con el estereotipo extremeño, es la abundancia de agua. Agua del Árrago, del Tralgas, de la riveras de Gata, de Acebo y Trevejana, del Erjas y de muchos otros ríos y arroyos que corren por los barrancos de la sierra en busca del Alagón. Agua que, en San Martín, desborda los pilones de las fuentes y corre a raudales por medio de las calles, con alegría tropical. Además, las casas de San Martín, más que de pastores y labriegos, diríase que son de hidalgos montañeses: blasonadas, de sillares bien labrados y con amplios lagares subterráneos donde se elabora el vino de pitarra. La verdad es que en San Martín, y en toda la sierra de Gata, la vida parece cualquier cosa menos extrema y dura, y uno ha de hacer bien poco (saludar y sonreír) para que lo inviten a una de esas bodegas familiares donde, bebiendo vino artesano, comiendo queso de cabra retinta y mojando pan en aceite de manzanilla cacereña, se está en el mejor lugar del mundo, aunque no se sepa muy bien dónde se está.