Textos y fotos Editorial Viajeros
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Ourense. Puerta de entrada a Galicia

Portas de Galicia, entre España y Portugal, a caballo entre Galicia y Castilla y León, son tierras desde siempre transitadas por peregrinos, comerciantes y viajeros. Sin embargo, merece la pena detenerse en ellas y disfrutar de sus pequeños tesoros en un entorno apacible y sosegado.

Durante nuestra visita, que bien se puede realizar durante un fin de semana, conocimos un castillo lleno de secretos y curiosidades que tiene el honor de ser el lugar donde se instaló la primera imprenta de toda Galicia.

Disfrutamos también con una pequeña caminata en un parque natural que destaca por su virginidad y que resultó la excusa perfecta para saborear alguno de los platos y vinos típicos del lugar. Reservamos tiempo para relajarnos en un spa mientras charlábamos sobre las singularidades del lugar y, finalmente, intentamos entender la intensidad que se esconde detrás de algunas de sus centenarias tradiciones.

Para irnos familiarizando con los topónimos, es bueno saber que Portas de Galicia –que realmente es una marca turística– aglutina las comarcas gallegas sudorientales de Verín y Viana, donde se encuadran doce ayuntamientos: Castrelo do Val, Cualedro, Laza, Oimbra, Riós, Vilardevós, A Gudiña, A Mezquita, Viana do Bolo, Vilariño de Conso, Monterrei y Verín.

llegada y sorpresa

Después de terminar la jornada laboral –vaya semanita, menos mal que ya es viernes– salimos desde Madrid rumbo a Ourense para conocer este rincón galego que nos habían recomendado. Somos 4 amigos –dos parejas– y formamos un grupo de esos que se escapa en cuanto le dan un poco de cuerda. En seguida comprendimos una de las ventajas de esta opción: su cercanía –al menos para aquellos que partimos del centro de la Península–. En más o menos tres horas y media, poco después de pasar el lago de Sanabria y nada más entrar en Galicia, nos presentamos en la pequeña aldea de Vilavella.

Aparcamos frente a la entrada del hotel homónimo, ignorantes de que en su interior nos aguardaba un establecimiento moderno y arquitectónicamente interesante. Todos coincidimos en que se ha sabido respetar el paisaje y que es un acierto haber salvaguardado la esencia externa de la casa tradicional en la que nos hallábamos. Pero ya tendríamos tiempo de hablar de esto, la cena nos esperaba –incluyendo, entre otros manjares, unos raviolis de vieira y un bacalao dulce de campeonato– y queríamos acostarnos pronto.

caminata para abrir boca

Rodeados de un fino velo de niebla, amanecimos temprano para aprovechar mejor el día. En el desayuno no nos sorprendimos de nuestros atuendos: pantalones cómodos, botas de montaña, jersey de la abuela y cortavientos. Era el día elegido para la caminata y, tras avituallarnos como es debido, nos subimos al coche rumbo a El Invernadeiro.

Este parque natural, situado en Vilariño de Conso, es un lugar donde la Naturaleza se explaya prácticamente a sus anchas –aunque bien es verdad que hasta el incendio de 1981 era utilizado como zona de repoblación forestal– y los asentamientos humanos son casi anecdóticos. Alguna pequeña aldea vimos de camino, claro, esto es el siglo XXI. Eso sí, por muy adelantados que nos encontremos en el calendario parece que todavía no se ha inventado nada mejor para espantar a los lobos como los mastines. Prueba de ello es el hermoso ejemplar que nos miró con curiosidad a nuestro paso. Más tarde, según las curvas se iban sucediendo, por la ventana pudimos divisar un embalse de tamaño considerable –el de das Portas–, hecho nada extraño en Ourense. Y justo cuando llegamos a los límites del parque, como si de un gancho publicitario se tratase, un corzo nos saludó a su manera –echando a correr–.

Nos recibieron los agentes forestales a los que hubo que mostrar el permiso solicitado unos días atrás –ver Guía Práctica–. Con amabilidad, nos explicaron las normas y las diferentes rutas que se pueden recorrer. Hablaban de una reseñable variedad floral debido a la ubicación en una zona climática de transición, con predominio de robles, acebos, pinos, brezos y avellanos. Comentaron también los planes de reintroducción de especies que están llevando a cabo para alegría de las cabras montesas, rebecos y ciervos, aparte del Centro Ictiogénico donde se procede al desove manual de las truchas. Existen, por tanto, posibilidades para disfrutar mientras se pasea viendo animales –con un poco de suerte– que viven en espacio de semilibertad. En fin, en nuestra caminata –de poca dificultad y unas 4 horas de duración– descubrimos un paraje estupendo para pasar una mañana en contacto con la Naturaleza y recordamos lo rápido que pasa el tiempo cuando uno se siente a gusto.

En el camino de vuelta, nos detuvimos en A Gudiña a reponer fuerzas; como ven, somos muy comilones –dimos buena cuenta del caldo, el pulpo, las empanadas y el entrecot a la brasa–, y siempre estamos dispuestos a darnos un homenaje. Sin ir más lejos, la tarde la dedicamos a la ardua tarea de disfrutar del spa del hotel. ¡Ay, qué duro es viajar!

Tarde de aguas y relax

Relajados en una agradable tumbona de piedra caliente nos dio por conversar acerca de la cantidad de balnearios, termas y piscinas públicas que se pueden encontrar en Ourense. Aparte de los establecimientos modernos, comentamos lo simpáticas que resultan las pozas al aire libre que, cuando el tiempo acompaña, son uno de los lugares de reunión de las poblaciones donde se asientan -como ocurre, por ejemplo, en Chavasqueira u Outariz- De esta manera, encontrarnos rodeados de chorros, vapores y cabinas de masajes no era pura casualidad ya que la provincia gallega es una opción destacable dentro del mundo del wellness. De hecho, al día siguiente teníamos previsto acercarnos a Verín, antaño conocida por sus balnearios. Hoy sus manantiales -Fontenova, Sousas y Cabreiroá- siguen regalando salud pero, en vez de hacerlo a través de baños, sus tesoros naturales son utilizados como aguas de mesa. La localidad, además, cuenta en sus cercanías con un punto de interés de gran importancia, el Castillo de Monterrei, al cual, después de dejarnos olvidado el estrés cotidiano, nos dirigimos a la mañana siguiente.

el castillo de Monterrei

En lo alto de una colina –el denominado Castro de Verín– y a pesar de su estado de abandono, este conjunto arquitectónico sigue rezumando poderío y energía. Se trata de una de las mayores fortificaciones de Galicia y, de esta manera, allí nos aguardaban un buen puñado sorpresas. Nos recibió en primer lugar el albergue de peregrinos –fundado en el siglo XV y que antiguamente funcionaba como hospital– que nos recordó que estos caminos han sido descubiertos por infinidad de devotos que transitan por la Vía de la Plata. Continuamos por el camino empedrado y, siempre rodeados de piedra, musgo y algún vestigio del pasado como los cañones, llegamos al patio de armas. Las dimensiones de esta plaza son reseñables, así como la altura de las torres que allí encontramos –la de las Damas y la del Homenaje–. Conviene subir a lo alto para otear el paisaje del valle del Támega y respirar su serenidad. Además, es un buen lugar para que te cuenten todo lo que este castillo albergó, desde luchas con los portugueses, reuniones de reyes y nobles, monasterios… incluso dicen que aquí se instaló la primera imprenta de toda Galicia, con lo que es fácil suponer que de él salieron bastantes incunables –como el Misal de Monterrei, hoy custodiado en la Catedral de Ourense–. En fin, que en esta fortaleza se guerreó, se rezó, se montaron buenas fiestas y, entre tanto, se tomaron decisiones de crucial importancia.

Una vez abajo, nos esperaba quizás lo mejor de todo el conjunto –el palacio se halla en proceso de rehabilitación–, o al menos lo que más nos gustó a nosotros: la iglesia de Santa María de Gracia –erigida en el siglo XIII pero restaurada en gran medida en el XVIII–. Gran parte de su interés radica en la cantidad de pequeñas curiosidades que atesora, como su Virgen embarazada –pocas veces se ve representada de tal forma, ya que un dogma lo prohibió–, el retablo de piedra o el pequeño Cristo prerrománico que también allí se conserva y que con su sencillez y rasgos desenfadados resulta encantador.

Verín, de las bodegas al cocido

Ya saciada la curiosidad, nos preguntábamos por qué nos sonaba tanto el nombre del castillo… Monterrei, Monterrei…. ¡Claro, por los vinos! Y es que este valle es famoso por sus caldos. Si os interesa la enología o simplemente os divertís visitando bodegas podéis seguir nuestros pasos y conocer la de Terra do Gargalo que se halla muy cerca. Aparte de la calidad de sus productos, cuenta con un punto añadido: pertenece a Roberto Verino. El diseñador, que realmente se llama Manuel Roberto Mariño, es un amante confeso de su tierra, como bien demuestra el nombre artístico que adoptó. En el interior de la cava, donde se puede degustar, entre otros, un blanco afrutado y fresco, varias fotografías de gran formato nos recuerdan a qué se dedica este afamado verinés. En el exterior se disfruta de las vistas del castillo que descubrimos hace tan sólo media hora, de los viñedos y de la paz del lugar.

Desde ahí nos trasladamos al centro histórico de la población para saborear la nostalgia del pasado. Es indudable por las casas blasonadas y los pazos señoriales que se pueden admirar que antaño tuvo que ser una villa importante pero también es un hecho que son pocos los edificios con solera que se hallan en buen estado. Esto suscitó debate en nuestro grupo: algunos opinaban que prefieren los lugares rehabilitados mientras otros creemos que la melancolía que desprenden estos lugares también posee su encanto. Sea como sea, el paseo es recomendable y una buena manera para abrir el apetito. A nosotros nos llamó la atención un letrero: “Cocido a 10 euros”. Sin pensárnoslo, entramos en el lugar que tiene un divertido nombre: Casa Zapatillas. La comilona dejó huella y resultó ser toda una oda al cerdo. Muy recomendable.

La liturgia del Entroido

Nuestra escapada, que ya estaba llegando a su fin, no coincidió con el Entroido –el Carnaval– pero tanta curiosidad ha despertado en nosotros esta tradición que nos prometimos hacer todo lo posible para vivirlo en primera persona alguna vez. Esta llama surgió al visitar un taller de cigarrons, los protagonistas de la fiesta en Verín y que recorren las calles de la población ataviados con máscaras, trajes y látigos, a la vez que persiguen al público asistente. Todos ansían que lleguen estas fechas pero aquellos que cuentan con el honor de desfilar lo viven con aún más intensidad si cabe. Y cuando te lo cuentan, un brillo especial inunda sus ojos.

Tuvimos la suerte de que nos explicasen muchos de los detalles de esta tradición centenaria y animados por la cercanía de la fiesta decidieron vestirse para nosotros. Es todo una liturgia, incluso tiene algo de rito taurino y parece que se preparan para salir a la plaza. Pero no es cosa de diez minutos. Imaginaos, los trajes pueden llegar a pesar 30 kg, se requiere la ayuda de varias personas y cada una de las prendas o artilugios se trata como si fuera de oro. De abajo arriba, deberán ataviarse con zapatos negros, medias, ligas y pantalón –de gran detallismo, con bordados y borlas–. En la cintura se ajustan una faja de donde colgarán los cencerros que aportan la nota sonora a la tradición. En la parte superior, además del látigo en la mano, visten camisa blanca, chaquetilla corta y tres lazos que deben ser de distintos colores. Y coronando todo esto, los elementos más reconocibles: la careta –pintada y tallada en madera– y la mitra, decorada normalmente con dibujos de animales.

Todo esto se acompaña de música, charangas, carrozas, bailes y, como era de esperar, de gastronomía típica: cachuchas, androllas, cocido, filloas... y es que es difícil encontrar una fiesta en Galicia que no sirva de excusa para las comilonas. Y si os preguntáis cual es el significado de esta tradición en concreto, deciros que existen varias teorías, siendo las más plausibles las que lo achacan a una parodia de un cobrador de impuestos de la época medieval, o aquella otra que afirma que era una técnica utilizada para levantar la caza al señor de turno.

Guia práctica

Cómo llegar

Podemos tomar como referencia a Verín que se encuentra en el sur de la provincia de Ourense, muy cerca de Zamora y de la frontera portuguesa (a tan sólo 15 km). Dicha población se halla bien comunicada gracias a las autovías A52 y A75, aparte de la N525 y la N532.
 

Dónde alojarse

Hotel Spa Vila Vella

Vilavella (A Mezquita).

Tel. 988 594 242

reservas@hotelspavilavell

Respetando la fachada del histórico inmueble donde se asienta, asoma como un establecimiento de vanguardia donde sorprende las líneas atrevidas de su arquitectura que han sido concebidas para que la luz natural inunde el lugar. Cada una de sus 26 habitaciones presume de identidad propia y, además, cuenta con un agradable spa, gimnasio y un restaurante muy recomendable.

Parador de Verín

Rua Castelo, s/n. Monterrei.

Tel. 988 410 075

verin@parador.es

Con una estructura y aspecto de pazo gallego, su mayor virtud es la ubicación que regala panorámicas para recordar del pueblo, los viñedos del valle y el Castillo de Monterrei.

Dónde comer

Mesón de Erosa

A52 Autovía Das Rías Baixas, salida 132. A Gudiña.

Tel. 988 421 309

info@mesonerosa.net

Platos sabrosos y de la tierra. Cuenta con un menú que, por 10 Euros, permite disfrutar de algunas de sus especialidades.

Casa Zapatillas

Luis Espada, 34. Verín.

Tel. 988 410 729

casazapatillas@gmail.com

Restaurante familiar que se ha ganado a pulso su buena fama. Es muy recomendable probar el cocido gallego que saciará a los más glotones y que satisfará a aquellos que gustan de los platos tradicionales.

No te pierdas

VINOS Y BODEGAS

Uno de los placeres que regala este rincón gallego es descubrir los vinos, D.O. Monterrei, cuya elaboración cuenta con una gran tradición y un saber hacer reseñable. Para no extendernos demasiado, podemos definirlos como tintos jóvenes y blancos frescos y afrutados, casi todos de gran calidad. Para conocerlos, os recomendamos dos alternativas:

• Bodegas Terra do Gargalo. A los pies del Castillo de Monterrei,  es uno de los sueños hechos realidad del diseñador Roberto Verino, natural de estas tierras. De hecho, su casa se halla justo al lado de la bodega. Sus vinos han recibido varios reconocimientos de renombre y merecen ser probados. Rúa do Castelo, 59. Verín. Tel. 988 590 203
• Crego e Monaguillo. Una bodega familiar donde se producen caldos de calidad y donde la amabilidad es un rasgo destacable. No ofrecen visitas tradicionales pero siempre que pueden están dispuestos a dar a conocer sus productos. Rua Nova, s/n. A Salgueira (Monterrei). Tel. 988 418 164
 

MONTES DE INVERNADEIRO

Tel. 988 386 029

Para acceder y realizar los recorridos a pie en el Parque Natural Montes de Invernadeiro es necesario solicitar un permiso previo a la Consellería de Medio Rural de Ourense. Teniendo en cuenta que el número máximo de visitantes diarios es 50 y que el trámite puede llevar cierto tiempo, conviene gestionarlo con suficiente antelación (de tres días a una semana). 

 

  

Texto y fotos: Editorial Viajeros

Afortunadamente siempre habrá alguien dispuesto a echarle una mano a nuestro planeta. En el momento en el que a Galicia más le cuesta respirar, aparecen lindas personas con bonitos gestos.

Texto y fotos: Editorial Viajeros

Tiene todo el encanto de los lugares por descubrir, de los rincones poco habituados a los trasiegos de turistas. Quien viene hasta aquí va buscando, sin duda, autenticidad y energía pura, algo que se percibe nada más pisar este territorio surcado por los ríos Sil, Cabe y Miño. ¡Entramos en la Ribeira Sacra!

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