En la primera de las excursiones de este viaje a Alaska encontramos uno de los símbolos más reconocidos del país: los tótems de los pueblos nativos tlingit, haida y tsimshiam. Están tallados en troncos de tuyas gigantes y se erigían para soportar edificios, narrar historias y honrar a personas o acontecimientos señalados. Ketchikan es el lugar perfecto para tener una visión global y muy completa alrededor de estas llamativas esculturas. Esta ciudad también es conocida por sus conserveras de pescado. La llaman “la capital mundial del salmón” y desde Creek Street, una pintoresca calle levantada sobre pilotes que se apoyan en las orillas del río, se pueden ver estos peces cuando remontan las aguas. La otra capital, la oficial y sin ningún otro apelativo, es Juneau. Está ubicada entre el monte del mismo nombre y el Roberts, al que se puede subir en funicular sobrevolando los enormes árboles de sus boscosas laderas. En los alrededores, el campo de hielo y los abundantes glaciares son los destinos más atractivos.