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VALLADOLID. Montes Torozos, el tópico castellano

Ancha es Castilla… y vastos son sus páramos, los que jalonan los Montes Torozos, a los que Delibes puso color en sus obras. Esta tierra de castillos y leyendas, ermitas y templos monacales y cómo no, de vino, confirma que en la provincia de Valladolid hay mucho (y bueno) que ver.


Ancha es Castilla… y vastos son sus páramos, los que jalonan los Montes Torozos, a los que Delibes puso color en sus obras. Esta tierra de castillos y leyendas, ermitas y templos monacales y cómo no, de vino, confirma que en la provincia de Valladolid hay mucho (y bueno) que ver.

Por Miriam González (Revista Viajeros, edición online) Fotos: Diputación de Valladolid


Otro grande de las letras castellanas escribió aquello de “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”; bien lo saben los peregrinos que cada año enfilan la ruta hacia Santiago siguiendo el rastro de los Montes Torozos y van descubriendo las pequeñas y grandes maravillas casi secretas que sólo así, andando o yendo sin prisa, van descubriéndose a cada paso.


Así nos encontramos con la iglesia de San Cebrián de Mazote, los restos de un antiguo monasterio que se trasladó al lago de Sanabria, en San Martín de Castañeda, y que más tarde serviría de inspiración a Unamuno para su “San Manuel Bueno, mártir”.

Posiblemente como consecuencia del carácter del castellano, que por fuera se muestra recio, sólido y sin muchos alardes, los mozárabes de la época se reservaron lo mejor para el interior del templo de San Cipriano (o Cebrián): tres naves separadas por arquería de herradura, con capiteles tallados que otrora sirvieran de guía espiritual a los feligreses y que hoy conforman un legado artístico de gran calidad.


Urueña, literatura entre murallas

Y con tanta referencia literaria en esta comarca no podía faltar una Villa del Libro, entre los muros medievales de Urueña. Los amantes de los libros descatalogados, artesanales, antiguos…o raros encontrarán en las calles de la Villa del Libro su nirvana literario, y su Sancta Sanctórum en el Centro E-LEA Miguel Delibes, un espacio con todo lo que hay que saber de libros, de escritura y sus soportes. Otra de las propuestas que ofrece Urueña es la interesante colección de la Fundación Joaquín Díaz que alberga la Casona de la Mayorazga. Una recopilación en la que destacan gramófonos y fonógrafos de todas las épocas, además de grabados de trajes y otras lindezas. Y para los que piensen que la vida es sueño, perdón, fábula o ficción, en la Villa del Libro se hace imprescindible la visita al singular (mini) Museo del Cuento que con mucho mimo cuida Rosana Largo.


Sin dejar de tener presente que la provincia de Valladolid alberga cinco D.O., en la Librería Enoteca de la villa se aúna el arte de la literatura y el del buen beber. Muchos libros de vinos  para ojear y comprar, entre catas y maridajes de los caldos vallisoletanos, que animarán hasta el más reacio a rascarse el bolsillo. En cualquier caso, entre los muchísimos textos literarios que pueblan esta Villa del Libro, si hay algo que no podrán encontrar es una fiel descripción de la imagen de los campos de Castilla desde la muralla de Urueña. Porque es sencillamente inenarrable.


Y dejamos Urueña, aún con ese regusto de panorámicas de cuento para toparnos con la ermita de la Anunciada. Es el único ejemplo de románico lombardo de Castilla e impresiona por la solidez de sus muros, levantados en el páramo sin contrafuertes que sostengan las tres naves, ábsides y demás elementos arquitectónicos que la conforman.


La Santa Espina, un oasis en medio del páramo

No menos sorprende encontrarnos con el Monasterio de la Santa Espina, que aparece medio escondido, como suelen estar los oasis, entre un vergel que sólo deja ver parte de su grandeza hasta que se tiene justo delante. Declarado Bien de Interés Cultural, sus orígenes se remontan a los tiempos de Sancha de Castilla en el siglo XII, quien lo mandó construir, entre otras razones, para albergar la reliquia de una espina de la corona de Cristo, que dio nombre al monasterio y al pueblo que le rodea. Sus dos claustros del siglo XVII, la Sala Capitular del siglo XII o la fachada de la escuela de Ventura Rodríguez son sólo alguno de los atractivos de unos muros que en ocasiones son custodiados por unas ocas, que se afanan muy bien por cierto, en que nadie perturbe la paz del lugar.

  

Fernando y Maite regentan en la Santa Espina un pequeño restaurante- casa rural, “El Rincón del Labrador, donde impera el auténtico sabor de la tierra. A los más urbanitas se les llenarán los ojos de lágrimas con los tomates que saben a tomate, con la lechuga que sabe a lechuga, y otras variedades de la huerta familiar. El plato estrella es tan sencillo como sabroso, a base de huevos (de los de corral) chorizo, lomo y patatas a la sartén. Ahí es nada… y todo a la vez, cuando los sabores son los de verdad, los de toda la vida.

Más allá de este peculiar triángulo histórico artístico que conforman San Cebrián de Mazote, Urueña y la Santa Espina, está Medina de Rioseco, el Canal de Castilla…y hacia el otro lado, Fuensaldaña con su castillo y Cigales con sus vinos. Pero eso ya es otra historia, para ver y contar, de las muchas que se pueden encontrar en la provincia de Valladolid.

Para tomar nota:

Viajes El Corte Inglés: Tel. 902 400 454, www.viajeselcorteingles.es
Turismo Diputación Valladolid: www.provinciadevalladolid.com
El Rincón del Labrador: Tel. 983 565 210  www.elrincondellabrador.com







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