Textos y fotos Alfredo G. Reyes y Parques de Sintra
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SINTRA. El mejor paisaje de Portugal

El Palacio da Pena (de la Peña) es su emblema, pero Sintra, el segundo municipio por población de Portugal después de Lisboa, luce con orgullo una admirable corona compuesta por algunas de las joyas arquitectónicas y parques más emblemáticos del país.

Desde los reyes musulmanes hasta el último monarca portugués (en el siglo XX) han elegido Sintra como lugar de residencia y recreo, un enclave que, en 1995, la Unesco declaró Paisaje Cultural Patrimonio de la Humanidad por la singularidad y riqueza de sus reclamos monumentales. Todos ellos están rodeados por una naturaleza exuberante que sirve de marco para un recorrido en coche (de, al menos, un par de días) entre palacios reales, extensos parques y jardines históricos, calles empedradas, hoteles de lujo clásico y restaurantes donde saborear las delicias más auténticamente lusas.


Palacios para todos los gustos

Saliendo de Lisboa por la mañana, el primer paso de la ruta es el palacio Nacional de Queluz (imagen sobre estas líneas), al que se llega a través de la autovía A37-IC19 (dirección Sintra) en apenas quince minutos. La sobriedad de la gran fachada exterior nada tiene que ver con la suntuosidad de los numerosos salones, jardines y todo tipo de dependencias que esconde. Lujo versallesco que muestran salas como la del Trono, la de la Música o la de los Embajadores. El complejo palaciego, construido a mediados del siglo XVIII como residencia de verano para los segundones de la monarquía portuguesa, alberga también la Escuela Portuguesa de Arte Ecuestre (hay demostraciones en un espacio habilitado para este fin en el propio recinto) y un interesante muestrario de rapaces, cuyas exhibiciones de vuelo  hacen las delicias de los amantes de las aves.


Retomando la IC19 se llega en unos veinte minutos (17 kilómetros) hasta el cogollo monumental de Sintra, cuyo epicentro es el Palacio Nacional (imagen anterior). Teniendo en cuenta los horarios portugueses, lo ideal sería dejar la visita para después del almuerzo. Y un lugar inmejorable para comer es, siempre que haga buen tiempo, la terraza del Café París, en la misma plaza donde está el palacio. Pero, volviendo a él, lo que más llama la atención, ya desde el exterior, son las altas chimeneas de su cocina, una de las más grandes del país, que conserva buena parte de sus utensilios, cristalerías y vajillas, con ollas de cobre y platos de porcelana historiada. Pero el resto del edificio tampoco desmerece, gracias a sus bonitos salones entre lo gótico, lo manuelino y lo mudéjar. De hecho, la historia de este monumento está íntimamente ligada a los musulmanes, que fueron quienes construyeron, hacia el siglo X, justo en este lugar y a la vista de la fortaleza conocida como castillo de los Moros, la residencia de sus gobernadores. El valor del Palacio Nacional reside no sólo en el contenido, también en el continente, pues se trata de la única residencia real de época medieval que ha sobrevivido en Portugal. Y eso pese a que buena parte tuvo que ser reconstruida tras el devastador terremoto de Lisboa del año 1755.


Abandonando el casco urbano sintrense por la serpenteante y estrecha N 375, en unos cuatro kilómetros se llega al palacio de Monserrate y su extenso parque (imagen superior), uno de los mejores ejemplos del Romanticismo en el país. Buena parte de culpa la tuvo Lord Byron, que en 1809 visitó las ruinas de la residencia original, construida apenas quince años antes, y las evocó en su poema Las peregrinaciones de Childe Harold, atrayendo hasta aquí a numerosos visitantes británicos. Entre ellos, el empresario industrial Francis Cook, que compró la propiedad y la transformó en un sorprendente edificio, con decoración entre el estilo nazarí y el neogótico, rodeado de uno de los más completos parques botánicos de Portugal, siguiendo a pies juntillas los cánones paisajísticos de ese periodo estilístico. Pasear por los senderos de este parque, flanqueados por especies vegetales llegadas de los países más exóticos, es una auténtica delicia.

 

Árabes, reyes y monjes

El segundo día el recorrido comienza, a unos diez kilómetros del centro de Sintra por la N247-3, en un lugar realmente sorprendente: el convento de los Capuchos (imagen superior), del que Felipe II dijo: “De todos mis reinos hay dos cosas que tengo mucho aprecio; El Escorial, por muy rico, y el convento de los Capuchos, por muy pobre”. Austeridad, desde luego, es lo que desprenden los muros, casi ruinas, de este monasterio, oculto en el tupido bosque que lo rodea. Fue fundado en 1560, durante el dominio del monarca españ̃ol, según los criterios de voto de pobreza de los franciscanos. Si sorprende la sencillez exterior, las pequeñas dependencias de este centro religioso resultan casi opresivas, sin má́s comodidad que las planchas de corcho que forran buena parte de las paredes y que aislan del frío de la piedra. Aun así, estos muros transmiten magia, una atracción difícilmente explicable con el uso de la simple razón.



El ascetismo que emanan los Capuchos nada tiene que ver con el siguiente paso en esta ruta, situado a unos 7,5 kilómetros (unos quince minutos), en el punto más alto de la localidad: el Palacio da Pena. Esta fue la gran obra de Fernando II, príncipe de Sajonia Coburgo-Gotha y consorte de la reina Doña María II de Portugal, que a partir de las ruinas de un convento jeró́nimo del siglo XVI creó, desde 1839, una auténtica fantasía arquitectónica y decorativa. Pero antes de disfrutar de ella, merece la pena darse un paseo por el parque adyacente: con sus 85 hectáreas de plantas y árboles llegados desde los cinco continentes, supone el arboreto más importante y variado de Portugal.

La visita al Palacio da Pena impacta, con independencia de que guste o no su eclecticismo. Así le ocurrió al compositor Richard Strauss, que dijo: “Es la cosa más bella que he visto. Este es el verdadero jardín de Klingsor y, allá en lo alto, se encuentra el castillo del Santo Grial” (refiriéndose al vecino castillo de los Moros). En las estancias se suceden diferentes estilos, desde el manuelino del claustro original del convento o el gótico y barroco de la capilla, hasta el neomudéjar de la sala Árabe, cuyos supuestos mocárabes no son sino un logrado trampantojo. Muy atractivo es el neogótico que se le dio a la pieza principal del palacio: el salón Noble. Éste, como el resto de estancias, conserva buena parte del mobiliario y objetos de decoración originales, lo que da una mayor autenticidad y riqueza al monumento.


La ruta continúa por el ya mencionado castillo de los Moros, al que se accede a pie desde la zona de aparcamiento del Palacio da Pena. Llama su atención por su emplazamiento, recortándose sobre las crestas de la sierra y con espectaculares vistas a la llanura del Tajo y al océano. Levantado entre los siglos VIII y IX por los musulmanes, fue ampliado tras la conquista por las tropas cristianas de Don Alfonso Henriques, en el siglo XII. Pero su aspecto actual se debe a la reconstrucción ordenada por Fernando II en el siglo XIX, que mantiene la estructura típica de las fortificaciones islá́micas en la península ibérica. Uno de los detalles má́s interesantes del complejo es que en la actualidad se están acometiendo excavaciones arqueológicas, abiertas a los visitantes.


El último paso en esta ruta por las joyas de Sintra está en el propio parque del Palacio da Pena: el Chalé de la Condesa (sobre estas líneas). Un lugar donde la naturaleza, un clima especialmente benigno y la mano del hombre han creado a lo largo de los siglos el paisaje más admirable y escenográfico de todo Portugal.

 


 

GUÍA PRÁCTICA

CÓMO LLEGAR
El punto de partida de la ruta es Lisboa. Para llegar a la capital portuguesa hay muchas opciones. Por carretera, desde el centro de la Península por la A-5 que, en Portugal es la autopista A6-IP7. Desde el norte de Portugal, la E1-IP1 la conecta con Oporto y la frontera gallega. Y por el Sur la A2-IP1 llega desde el Algarve.
Madrid y Lisboa están conectadas por un tren hotel diario de 
Renfe. Y en avión, las compañías Tap PortugalIberiaAir EuropaVueling  o easyJet ofrecen vuelos directos desde diversos aeropuertos españoles.

DÓNDE ALOJARSE 

• Tivoli Palacio de Seteais. Antigüedades con gran valor histórico y artístico, amplias y confortables habitaciones y salones comunes, un inmenso jardín con vistas y piscina, gastronomía de alto nivel y mucho silencio. Son los reclamos del hotel más lujoso de Sintra, ubicado en un palacio cortesano del siglo XVIII. Desde 144 euros. Tel. +351 219 233 200

• 
Tivoli Lawrence's Hotel. Con sus 17 habitaciones, el Lawrence's es el otro referente del lujo cinco estrellas de la localidad. Decoración victoriana en habitaciones con mucho encanto, ideales para sumergirse en otra é́poca. No conviene perderse una comida en su restaurante de alta cocina. Desde 90 euros. Tel. +351 219 105 500

• 
Sintra Boutique Hotel. Muy bien situado y con vistas al Palacio Nacional, con 18 habitaciones de estilo y servicio modernos. En el restaurante se mezclan productos portugueses de origen orgánico y sabores musulmanes. Desde 76 euros. Tel. +351 219 244 541

• 
Pousada de Cascais. A escasos veinte minutos desde el centro de Sintra está́ Cascais. En la antigua fortaleza medieval ha abierto recientemente uno de los establecimientos má́s lujosos y vanguardistas de la cadena Pousadas de Portugal. Habitaciones amplísimas, dotadas de todo tipo de tecnologías actuales y una decoració́n minimalista pero relajante. A partir de 160 euros. Tel. 902 444 340


DÓNDE COMER 

• Café París. Más que por la gastronomía, basada en platos habituales de la cocina portuguesa e internacional, por lo que merece sentarse en las solicitadas mesas de este local, casi legendario, es por el ambiente de estilo dieciochesco y por su magní́fica ubicació́n, frente al Palacio Nacional. Tel. +351 219 105 8 60

• Taverna dos Trovadores. Cocina portuguesa de siempre, con el bacalao y el cerdo como protagonistas. Actuaciones de música tradicional lusa, en un ambiente muy agradable. Praça D. Fernando II, 18 porta 6. Sintra. Tel. +351 219 233 548

• 5 Sentidos Casa do Largo. Este restaurante está en la vecina Cascais y ofrece cocina portuguesa clásica, pero con toques muy actuales, tanto en las presentaciones como en el ambiente del local. El bacalao y el pulpo son las estrellas de la carta. Largo da Assunçao, 6. Cascais. Tel. +351 961 571 194.


PARA TOMAR NOTA 

• A Piriquita. En cualquier momento es una delicia parar en la pastelería má́s conocida de Sintra, para tomar un café́ y acompañarlo de alguna de las golosas especialidades locales: queijadas, traveseiros, pasteles de nata...

• Sintra Canopy. Una forma divertida de adentrarse en la riqueza natural de la sierra de Sintra, entre tirolinas, puentes tibetanos y plataformas suspendidas de los á́rboles, entre los cinco y los treinta metros de altura. Tel. +351 219 237 300

• Paseos en carretas y en caballo.  Otra forma original de conocer el parque da Pena es recorrerlo en carreta o a lomos de un caballo. Esta actividad, ofrecida por Parques de Sintra, se puede realizar de manera libre o acompañados de un guía especializado con el que se descubrirá la historia de este parque y sus creadores, las especies botánicas y las construcciones históricas que irán apareciendo en el itinerario. Necesaria reserva previa. Tel. +351 219 237 300

 

DIRECCIONES PRÁCTICAS

• 
Parques de Sintra- Monte da LuaTel. +351 219 237 300.  

 


 

Tenemos disponible el reportaje completo en la edición PDF Viajeros nº172 Especial Rutas en Coche

Texto y fotos: Olga y Amael (Madrid)

Hace un año hicimos un viaje a Portugal en coche con unos amigos. La primera parada fue Évora, un pueblecito muy interesante donde dar un agradable paseo viendo su templo romano y su asombrosa Capilla de los Huesos...

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